QUERIDA JUDY GARLAND:

133 1 0
                                    

     Elegí escribirle porque El mago de Oz continúa siendo mi película favorita. La veíamos con mi madre cada vez que me enfermaba y no podía asistir a la escuela. Nos gustaba beber ginger ale con cubos de hielo de plástico color rosa y acompañarlo con panecillos de canela, mientras disfrutábamos de Somewhere Over the Rainbow.
     Estoy segura de que todo el mundo conoce tu rostro o, por lo menos, tu voz. Sin embargo, creo que muy poca gente sabe acerca de tu vida real, más allá de la ficción.
     Te imagino de pequeña, en el pueblo cercano al desierto de Mojave, donde creciente bailando tap cantando villancicos en el cine de tu padre. Desde niña aprendiste que los aplausos reflejaban amor.
     También te imagino a lo largo de las calurosas noches de verano, en las que la gente solía acudir para disfrutar del aire al
acondicionado. Tu fuerte presencia sobre el escenario entretenía a la audiencia, de tal manera que olvidaban sus miedos y preocupaciones. Tu inigualable voz era una fuente de alegría, sobre todo, para tus padres.
     Luego, se proyectaba una película en blanco y negro, durante la cual te dormías. Cuando finalizaba, tu padre te cargaba en sus brazos hasta su enorme coche. El viaje de regreso a casa era comparable al de un bote navegando en alta mar, pero en este caso sobre la superficie negra del pavimento.
     No soportabas la tristeza ajena; por eso, nunca dejabas de cantar. Lo hacías cuando tus padres discutían y, a su vez, cuando necesitaban sonreír. Utilizabastu voz como un pegamento capaz de mantener a tu familia unida. Pero también cantabas para ti, para evitar perder el control.
     Mi madre solía cantarnos, sobre todo canciones de cuna. Su voz suave entonaba all bound for morning town..., mientras me acariciaba el cabello hasta que me dormía. Los días en que me desvelaba, ella me invitaba a cerrar los ojos e imaginarme dentro de una burbuja que flotaba sobre el mar, a la deriva. Cuando la pompa de jabón se pinchaba, las palabras pronunciadas por mi madre venían en mi rescate formando una nueva.
     Ahora todo ha cambiado. Al verme navegando en el mar, las burbujas se deshacen rápidamente. Para no hundirme, debo abrir los ojos de inmediato. Mamá no puede salvarme, está demasiado triste. Ella y papá se separaron justo antes de que May empezará la secundaria y, dos años más tarde, luego de la muerte de mi hermana, ella decidió mudarse a California.
     Desde entonces, la casa se lleno de ecos. Solamente vivimos mi padre y yo. A menudo recuerdo las épocas en la que estábamos todos juntos. Todavía puedo sentir el aroma característico de las comidas de mama; también  puedo vernos a través de la ventana de mi hermana y a mí recolectando ingredientes para nuestros hechizos de magia.
     Actualmente vivo algunas semanas en la casa de mi tía Amy en lugar de quedarme en lo de mi madre, como solíamos hacer May y yo luego del divorcio.  Es un hogar tranquilo y excesivamente ordenado, libre de fantasmas pero carente de calidez; sólo muebles y muñecas de origen chino dominan el espacio. A su vez, los jabones de rosas abundan por toda la casa. Supongo que mi tía los reserva para ocasiones especiales, ya que en le baño usamos jabón de marca ivory.
     En este preciso instante estoy aquí, sentada junto a la ventana a la espera de la primera estrella de la noche.
     Desearía saber dónde te encuentras. Sé que has muerto, pero creo firmemente que los seres humanos no pueden desaparecer por completo. Afuera está muy oscuro y estoy convencida de que estás por allí... En algún lugar, en algún lugar. Me gustaría dejarte entrar.

Sinceramente tuya
Laurel

Carta de amor a los muertos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora