FAMILIA

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La vida de América había transcurrido relativamente sencilla, se podría decir incluso que un tanto aburrida, no había vivido ningún drama familiar, no había tenido problemas en la escuela o con compañeros, no había sufrido problemas de autoestima ni ninguna otra de esas situaciones comunes entre las chicas de su edad, en realidad, Sofía era la única persona que traía algo de aventura a su vida y quien la impulsaba a hacer cosas que en otras circunstancias no haría.

Dos días han pasado desde las últimas palabras que cruzó con su amiga y por vez primera se encontraba en su casa intentando idear un plan descabellado, arriesgaría todo lo que tenía para salvarla, incluso su vida si era necesario, estaba asustada pero sabía que no tenía opción, debía cruzar la frontera de Nekkar, no podía simplemente abandonar a Sofía como parecía que todos habían hecho, no podría vivir con la culpa al pensar que podría haber hecho algo para ayudarla porque la verdad era que sí podía, aunque no le gustara admitirlo, ella era muy poderosa, incluso más que muchos hechiceros que le doblaban en edad y experiencia.

La magia siempre había sido como un hobby para ella, jamás se había dedicado realmente en aprender el oficio porque le gustaba hacer todo por sí misma, para ella no había nada más bonito que aprender cosas nuevas y vivir las experiencias que ese aprendizaje traía consigo, por lo que siempre había visto sus poderes como la salida fácil y por lo que había preferido evitar usarlos salvo algunas excepciones pero ahora se sentía obligada a hacerlo, si existía alguna posibilidad de que pudiese rescatar a su amiga sería con ayuda de su magia.

Después de mucho pensarlo ha decido hacer algo que no había hecho antes, usaría a Miugüir, el libro de magia de su familia. Se lo había regalado su padre en su cumpleaños 16, ha pasado de generación en generación por más de dos siglos y ha sido un tesoro para cada uno de los que lo han tenido en sus manos excepto para ella quien hasta el momento no había sido más que otro libro llenándose de polvo en el armario, lo había hojeado un par de veces, había visto hechizos interesantes y peculiares pero realmente no había sentido la necesidad de usar ninguno pero tras 5 años en la oscuridad, Miugüir hace presencia nuevamente en su vida, América lo observa detenidamente mientras lo sostiene en sus manos al sacarlo del armario, es tan grande y pesado como recordaba, sus tapas duras forradas en cuero lo hacen lucir antiguo casi de museo mientras que los cristales que resplandecen sobre él le dan un toque de exuberancia. Su mano recorre la caratula del libro como si acariciara a una mascota mientras los recuerdos llegan a su mente haciéndola escapar de la realidad

–¡Feliz cumpleaños! –exclaman sus padres emocionados al verla llegar a casa

–Gracias papá, gracias mamá –responde sin mucha emoción mientras abraza a cada uno de ellos

–Sabemos que no te gusta celebrar tu cumpleaños pero te tenemos una pequeña sorpresa –le explica su madre mientras desaparece por la puerta del comedor y reaparece con un pastel haciendo sonreír a América cuando lo ve

–Lo hice yo misma ¿Puedes creerlo? –dice su madre con orgullo mostrando un pastel que parecía hecho por una niña de 5 años

–Sí, te creo mamá –reconoce mientras ríe

–Oye, esto de no usar magia no se me da tan mal, quizás debo hacerlo más seguido –alega orgullosa

Al crecer en una familia de magos, toda su vida había girado en torno a la magia, sus padres más que cualquier otro miembro familiar le habían dado tanto valor a sus poderes que literalmente eran inútiles sin ellos, por eso era curioso para América que ahora sus padres y en especial su madre hayan decidido aprender a hacer tareas comunes sin usar su magia, quizás sus quejas diarias han servido de algo.

Luz  y OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora