Claire Trabell Saga ── Lore

Solelh & Levana

Hace mucho tiempo, antes incluso de que hubiera vida en el universo, existían dos entidades. Solelh, quien portaba la luz brillante dorada, y Levana, portadora de la luz plateada.

Ambos custodiaban los mundos del universo, sin conocer la existencia del otro. Recorrían cada mundo sin parase a observar lo que había en cada uno.

Al principio se limitaban a cumplir con su cometido, pero Con el paso de los tiempos, la soledad y el aburrimiento hizo mella en su existencia, provocando que, por primera vez, empezaran a fijarse en cada detalle de los mundos que custodiaban.

Había elementos que ninguno recordaba haber creado. Ésto llamó su atención. —¿Existe, acaso, otra entidad que habita éste universo?— Se preguntaron.
Arrastrados por la curiosidad, empezaron a seguir los rastros del otro a través de los mundos, sin ser capaces de encontrarse en el camino.

Ninguno comprendía lo que pasaba, era como si una fuerza mayor impedía que se  encontrarsen. —¿Qué debería hacer ahora? — Se preguntaron nuevamente. Levana esbozó una sonrisa al ocurrirsele una idea. Dirigió su mirada al mundo que custodiaba en ese momento, e hizo crecer la marea, con la esperanza de que la otra entidad notase aquel cambio.

Tal y como Levana esperaba, Solelh se fijó en aquel detalle, pues observó que los mundos empezaban a estar cubiertos, principalmente, por mares. Solelh captó el mensaje y decidió seguir el ejemplo.

Para su sorpresa, Levana empezó a encontrarse los mundos repletos de vegetación. Flores, Árboles y Arbustos de todo tipo de formas y colores. Aquello la maravillo e incrementó su interés por aquella misteriosa entidad.

Solelh no se detuvo y siguió creando mensajes para Levana, que acabaron convirtiéndose en obsequios. Levana siguió su ejemplo, pero pronto aquella curiosidad empezó a convertirse en interés, después en cariño y finalmente en amor.

Los tiempos seguían pasando y la situación empezó a hacerse más difícil, pues cuanto más querían estar juntos, más crecía la fuerza que les separaba.
La tristeza les golpeó con fuerza y pronto la situación se hizo insoportable.

Levana empezó a cuestionarse su existencia —¿Es a caso, custodiar todos estos mundos en soledad, mi único destino? — Aquello hizo que su tristeza creciera hasta el punto de querer desaparecer. Pronto dejó de prestar atención a los mundos y empezó a vagar por el universo como lo hacía antes.

Solelh noto como, poco a poco, las creaciones de su amada empezaban a debilitarse, hasta el punto de desaparecer. Comenzó a temer que su amada hubiese desaparecido como su creaciones. Se esmero en intensificar sus señales, para que su amada dejara alguna respuesta, pero nada sirvió.

Levana, llena de dolor, observó como su amado trataba de llamar su atención. Sin embargo no soportó más aquella existencia. Decidió dejar fragmentos de su luz en cada mundo, esperando que aquello reconfortase a su amado. Comenzó a distanciarse cada vez más y con cada fragmento, su existencia se apagaba un poco. Al final sólo quedó un destello pequeño, que se perdió en la inmensidad del universo.

Solelh encontró los fragmentos de su amada y recorrió todos los mundos, una y otra vez, con la esperanza de hallarla. Pero no tuvo suerte. Desesperado, siguió el ejemplo de su amada y empezó a dejar fragmentos de su luz en cada mundo, con la esperanza de aliviar el sufrimiento de su amada y decidiera volver. Sin embargo, con cada fragmento, el también redujo su existencia y esto hizo que temiera que su amada hubiese sufrido un destino similar o peor. —¿Qué será de mí si mi amada ya no existe? — Se preguntó horrorizado.

El pánico y la desesperación le hicieron perder el control y se alejó de los mundos, internandose en lo más oscuro del universo. Sin fuerzas para seguir, se derrumbó en medio de la oscuridad y permaneció allí, a la espera de que la poca existencia que le quedaba se extinguiera.