Un día cuando tenía unos 16 años y estaba con mi familia terminando de cenar, todos se quedaron en el comedor pero yo quise subir a ver la tele. Cuando iba subiendo las escaleras sentí una mano enorme y rasposa que me jaló del tobillo e hizo que me cayera. Grité y todos vinieron, yo estaba llorando como loca, mi papá buscó por todos lados y no había nada. Nos subimos al cuarto y de la puerta se veía hacía la calle, en la esquina vi una mujer joven con una bata blanca y con el cabello largo y rizado pero no se le veían los pies, era como si estuviera flotando. Pegué un grito de terror, no sabía qué pasaba pero mi hermana mayor corrió, me abrazo y me dijo que ella también la había visto. Me quedé dormida llorando. 12 años después sigo subiendo las escaleras de mi casa corriendo.