La alarma no sonó, o eso me gustaría decir para tener algún tipo de excusa ante la furiosa mujer frente a mí que agita sus brazos en el aire enérgicamente
— ¡Nico! ¡Sexta vez que te quedas dormido en lo que va del mes! ¡No pienso ir a dar explicaciones otra vez!, tendrás que arreglártelas solito ¿me escuchaste?
— Si madre —pongo el tono de voz más ceremonioso y grandilocuente que puedo mientras mastico despreocupadamente un pedazo de pan tostado, tengo la extraña necesidad de exasperarla aún más cuando ya lo está.
— Bueno, ya no puedo esperarte, tendrás que irte solo otra vez, con lo que detesto que camines por ahí en esta ciudad que todavía no conozco bien. Terminas de comer y corres a la escuela ¿me oíste? ¡Corres!
— Por supuesto madre —le digo en el mismo tono mientras mastico aún más lentamente el pan
— Ya, adiós! Que por tardar en sacarte de esa cama debí haber perdido mínimo 3 autobuses —antes de que pudiera replicarle en el usual tono monótono cierra la puerta de un golpe y escucho sus tacones un par de metros antes de mezclarse con los otros ruidos de fuera.
Mi madre siempre ha sido un poco paranoica, siento que a pesar de gustarle los cambios le cuesta más de lo usual adaptarse a un nuevo entorno. Distintas eran las cosas en el antiguo pueblo en donde su trabajo le quedaba a menos de trescientos metros de distancia, no sabía de autobuses ni de atochamientos. No catalogaría esto como una "gran" ciudad, pero es claro que el tamaño y ritmo es mayor al que estábamos acostumbrados hacia un par de meses atrás.
Lo usual sería tomar el subterráneo, pero el tiempo que ocupo para caminar a la estación esta mañana desapareció gracias a que mi sueño cada vez se está pareciendo más a un estado de coma que a otra cosa.
— Autobús será —suspiro mientras recojo mis cosas y ruego porque haya uno esperándome justo cuando doble la esquina.
Los dos meses de escuela nueva han sido más aburridos de lo que creí, cuando mi madre vendió hasta nuestro auto para poder largarnos de ese pueblo que futuro realmente no tenía, no puedo negar que sentía emoción por lo que una "ciudad" significaría, al estar aquí, realmente, no es la gran cosa.
Llego con una elegante hora y media de retraso, por suerte, estamos en descanso, puedo entrar a la clase siguiente y nadie sabrá que no estuve en la primera, no conozco a nadie, nadie conoce a nadie, nadie que pueda hacerme una broma como delatarme al profesor o preguntar por qué llego tarde, eso, de cierto modo es reconfortante aunque no menos solitario.
Según entiendo, todos en este salón somos nuevos en esta escuela, y esa tensión de ser puesto a convivir diariamente con personas totalmente desconocidas se siente en cada uno de los estudiantes, al menos eso me gusta creer, así es más fácil ignorarlos.
La escuela es pequeña y podría jurar que tiene más escaleras que salones, sus pasillos al aire libre apilados uno encima de otro, mirándolos desde la parte más alejada del quinto piso da la sensación de estar observando un hormiguero gigante. Cada descanso es igual, los audífonos me aíslan de todo y las hormigas uniformadas se mueven de aquí allá, llevando cuadernos, dando empujones y besándose de vez en cuando. Han sido dos meses calmados de observación y silencio, atender al profesor y volver a casa para repetirlo todo al día siguiente, pero hoy tristemente no, es difícil recordar todo cuando corres para que no te expulsen por llegar tarde por sexta vez en el mes, probablemente mis pobres audífonos están en el fondo del bolsillo inundado en pelusa del pantalón deportivo que usé ayer, extrañándome quizás tanto como yo los extraño a ellos.
— "Creo que me quedaré en el salón".
Suena el timbre y mi compañero de escritorio se levanta calmadamente como es usual y se dirige al baño. En estos dos meses jamás he hablado con el, ni siquiera recuerdo su nombre, pero sus visitas al baño tan regularmente cada descanso me dan curiosidad y extrañamente un poco de gracia, suelto una pequeña carcajada que nadie pareció notar, por algún motivo me siento realmente fuera de lugar aquí
— "Dios como extraño mis audífonos"
Al rato dos chicas vuelven al salón completamente vacío a excepción de mí, el ruido fuera es ensordecedor y parece que no se han dado cuenta de mi existencia. Una de ellas tiene un bonito pelo pelirrojo con un par de pecas salpicadas en el rostro mientras que la otra es bastante bajita y unos enormes anteojos negros sobresalen por los bordes de su cara, creo que fallé en mi conclusión porque luego de intercambiar un par de palabras inaudibles por toda la bulla de los pasillos vienen directamente hacia mí.
— Hola! Parece que esos audífonos no eran parte de ti después de todo —exclama con un extrovertido tono la chica pelirroja.
— No deberíamos molestarlo Vi —dice en un tono bajo la chica baja, viéndola de cerca me di cuenta de que era asiática, sus gruesos lentes no me dejaban apreciar la forma de su rostro de lejos.— tal vez no quiere hablar.
— Por supuesto que no —respondo en un tono despreocupado— solo me gusta mucho la música, no creo que pudiera vivir mucho sin ella.
— Bueno, hoy has vivido un día entero sin ella, al parecer tu dependencia no es mortal —responde la chica y suelta una risa un tanto forzada
— Cualquier cosa en extremo harta—le respondo intentando no alargar la conversación
— En fin, ¿cómo te llamas? —creo que esta mujer no entiende lo incomodo de la situación
— Nico y antes de que preguntes, no, no es diminutivo de Nicolás
— ¿Tan solo Nico? Wow eso es raro —lo último que quiero es ser llamado raro por alguien como ella— Mucho gusto, me llamo Violeta y ella es Kira —apunta a su nerviosa amiga con una radiante sonrisa
—Hola... —susurra la chica y me ofrece una débil sonrisa
—Sí, hola también
— Bueno Nico, gusto conocerte, háblanos cuando quieras ¿sí?
—Sí, gracias, supongo
Antes de que pudiera terminar la frase ambas habían vuelto a sus asientos al otro lado del salón, el timbre sonó nuevamente y como era usual, mi compañero de escritorio volvió tan puntualmente como había llegado.
— Lo vi, le gustas, a alguna de las dos —su voz me pareció inusualmente aguda para su ancho cuerpo, por primera vez en dos meses escuchaba la voz de la persona con la que compartía escritorio.
— ¿Que dices? — ¿qué es esto? ¿El día de "conoce gente nueva"?
— Lo que escucha señor — ¿este tipo acaba de imitar un acento mexicano muy exagerado? — no hay ninguna duda caramba
Por alguna razón me eché a reír, tuve que aguantar la respiración para dejar de hacerlo mientras el tipo reía igualmente, "Jota a sus órdenes" dijo luego de que pudimos hablar otra vez lo cual solo sirvió para estallar a un más.
Ambos fuimos expulsados del salón.
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Gris y Turquesa
Teen Fiction¿Que es lo peor que le puede ocurrir a un chico encerrado en su propio mundo cuando se ve obligado a alejarse de el? El amor y la amistad son producto meramente de las cirscuntancias, incontrolables, ajenos e intrigantes. En un mundo plagado de col...