Parte dos.

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—¿Sacarte?— Reí maliciosamente. —Tú dices que esperas una chica, y esa chica debe ser una princesa. Lo siento, su alteza...— Me burlé. —Yo soy sólo una campesina.

Él rodó los ojos en señal de molestia.

—No te atreverías a hacerlo de todos modos— Dijo, y eso me hizo enfadar. Me estaba subestimando.

—¿Qué has dicho?— Puse mis manos a ambos lados de mi cintura. —Yo lo haría, pero no quiero.

—Claro— Bufó. —No quieres, y no puedes.

—¿Me estás retando?— Pregunté. —Me gustan los retos. A ver, dime cuál es la maldición de esta torre.

Debo admitir que yo soy muy necia, y no pude evitar que mi ego no saliera a flote.

—Nada puede salir de la torre, sólo entrar. Si tú entraras, ya no podrías salir. A menos que tengas la llave del candado de la puerta— Habló. —Pero sólo mi hermano la posee. Existe otra opción, y es encontrar a la bruja que lanzó la maldición...

—Ok, pero espera...— Dije. —¿Por qué estás ahí? Eso es lo que no entiendo.

—La típica historia. Es muy larga— Respondió.

—Necesito oírla. No sé si estás preso por algún delito, chico.

—¿Delito?— Me miró indignado. —No soy ningún criminal, Adah.

—¿Acaso podría yo saberlo? Claro que no— Sonreí.

—De acuerdo... Te la contaré— Gruñó. —Soy el hijo menor del rey de Blanche. Cuando yo nací, mi padre estaba poniendo a mi hermano como heredero del trono, pues él es mayor; pero mi hermano no quiso tomar el cargo, ya que, sentía que no estaba listo para ello; entonces, pasé yo a ser el heredero, y muchos de los caballeros de mi padre querían matarme por esto, porque, si el rey no tenía hijos que heredasen su trono, uno de sus caballeros podría hacerlo. Entonces mi hermano me trajo a esta torre, y he estado aquí desde mi quinto año de vida. Pero, ¿sabes? Quiero salir de aquí, porque ya no soporto este encierro. A veces siento que los muros se cierran frente a mí, y me sofoco... Mi hermano no quiere dejarme salir, pero yo realmente quiero hacerlo. Podría derribar la maldita puerta, pero como ves, es de hierro puro.

Mientras decía esto, comenzó a llorar, y no pude con eso; verlo así me había provocado un cierto dolor en el corazón, él expresaba mucho sufrimiento.

—No llores— Pedí. —Te ayudaré.

—Lo siento— Dijo, cubriendo su rostro con sus manos. —Qué vergüenza que me veas de esta manera.

—No te preocupes. No puedo decir que te entiendo, pero entiendo el hecho de que quieras llorar.

Él me miró, y me dedicó una dulce sonrisa.

—¿Qué puedo hacer para sacarte? No creo que tu hermano me ceda la llave— Dije.

—No— Negó con la cabeza. —Eso es algo imposible. Pero es porque él quiere protegerme... Sin embargo, no entiende que yo puedo cuidarme por mí mismo.

—Entonces, dime, ¿qué debo hacer?

—Busca a la bruja. Ella te dirá qué es lo que puedes hacer, porque yo no sé la verdad completa— Respondió. —Supongo que podrás encontrarla en el reino de Blanche. Su nombre es Morgan, la apodan: "White Rose". Eso es lo único que sé sobre ella.

—White Rose, Morgan, bruja— Me repetía a mí misma. —De acuerdo, creo que podré encontrar algo con esa información— Le guiñé un ojo. —Comenzaré hoy mismo, pero antes debo hacer algo. Vuelvo pronto.

No soy una princesa | OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora