Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
© del texto
Marisa M. R.
Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Corría por las calles transitadas de la ciudad. Era de noche, pero todo el mundo estaba en el exterior dado que el equipo de fútbol nacional acababa de ganar un partido importante. La muchedumbre había salido a celebrarlo, pero ella, no. Tenía demasiada prisa como para detenerse por unos cuantos fanáticos, así que cruzó la carretera mientras la multitud gritaba.
Oyó un claxon y todo se hizo demasiado borroso. Abrió los ojos y comprobó que estaba mirando el cielo, eso, o su cabeza le estaba haciendo ver literalmente las estrellas.
Al poco rato una multitud se hizo a su alrededor.
Un chico con barba de un par de días y ojos claros la miraba con aires de superioridad.
—Será estúpida —dijo directamente mientras otra persona con mucho más tacto se dignaba a pedir una ambulancia.
Aquel desconocido tenía razón, solo a ella se le ocurriría cruzar por la carretera el día en que el equipo de fútbol ganaba el partido más importante del año.
—Apártense, soy médica.
La voz de una mujer se hizo eco por encima de la multitud hasta arrodillarse a su lado. Llevaba la camiseta del equipo ganador y la cara pintada con la bandera de la nación. ¡Cualquiera hubiese dicho que era médica!
El joven desconocido seguía contemplándola de forma descarada y sin inmutarse, ¿sería él quien la había atropellado? De ser así, no parecía muy conmocionado. Y como a ella, tampoco parecía interesarle el fútbol, pues iba con ropas comunes.
La doctora empezó a examinar a la joven, iluminó sus ojos con una especie de llavero linterna. Muy práctico.
—¿Le duele algo?
«Pregúntame qué no me duele y acabamos antes», pensaba ella mientras sentía por encima de todo un pinchazo en la cabeza.
—La cabeza.
La voz le salió frágil, casi en un susurro. No se reconocía.
—Normal —añadió el joven antipático del principio—, un poco más y llega al núcleo de la tierra de un cabezazo.
Ella lo atravesó con la mirada, pero aquello solo hizo que sintiera más dolor de cabeza. El joven, por el contrario, se giró sobre sí mismo para contemplar al tipo que tenía detrás de él, y que también la miraba a ella. Negó con la cabeza desechando algún pensamiento ridículo y siguió observando a la chica mientras se cruzaba de brazos.
—¿Eres alérgica a algún medicamento? —preguntó la doctora sin recriminar la intromisión del joven.
—No —se limitó a responder ella. Oía claramente la sirena de la ambulancia. Estaban cerca y quizás no habían pasado ni cuatro minutos desde que se hallaba en el suelo.
YOU ARE READING
El infierno de Gareth Becker
FantasyRelato corto de fantasía: Amy sufre un accidente y pierde la memoria. Desde ese momento le sucederán cosas extrañas. Tiene una misión que cumplir, aunque no lo recuerde.