Capítulo 1

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Menos mal que se ha acabado. 

Cuando me despierto, todo sigue negro, pero distingo entre las sombras los muebles de mi acogedora haitación. Casi me sobresalto al notar algo sobre mis piernas, pero solo en Peludín, mi gato. Deben ser casi las cuatro de la madrugada, me quedan unas horas antes de volver a clase...¿debería irme a dormir? 

Después de lo que acaba de pasar no sé si quedarme despierta o volver a conciliar el sueño. 

No recuerdo muy bien todo lo que ha pasado, solo sé que era muy real. A veces envidio a la gente que recuerda lo que ha soñado, pero otras veces siento pena por ellos. No todos los sueños son buenos, a los malos se les llama pesadilla. El problema es que no sé como definir lo que acabo de "vivir". ¿Sueño o pesadilla? De seguro que real no es.

¿no?

Para cuando me he dado cuenta, son las 6:30 am y yo sigo pensando en lo ocurrido. Ya va siendo hora de olvidarlo y volver a la rutina de cada semana.

Con el sol entrando por la ventana, aparto a Peludín de mi regazo. El gran gato atigrado se mueve despacio por la cama y, antes de caer al suelo, me lanza una mirada de odio por haberle echado tan temprano. Como cada semana. Levanto la persiana para que entre la luz solar y dejo las cortinas bajadas para poder cambiarme sin notar que todo el vecindario admira como me desvisto, paranoias mías. Sudadera bien ancha y calentita, puesta. Pantalones tejanos negros, puestos. Bambas Nike negras y blancas, listas. Pero aún queda algo.

Yo no soy yo sin mi reloj, y sin mi café con leche.

Me dirijo a la cocina, donde Peludín se come su desayuno sin esperar antes a que yo llegue.

-Muy considerado por tu parte-le digo con mi voz de recién levantada.

Enciendo la cafetera y mientras calienta la leche, escucho como mi móvil suena desde mi habitación. Una vez llego y miro, un número desconocido está llamando. No tiene pinta de ser de España, ya que los primeros dígitos no me resultan familiares. En medio de un debate entre responder o no,el móvil deja de sonar y escucho el pitido del microondas, señal de que la leche ya se ha calentado.

Me guardo el móvil en el bolsillo por si vuelve a llamar y me hecho el café en la taza, que tiene la la leche por la mitad. Por mi nariz entra el dulce aroma del café y sonrío por lo cercano que me resulta ese olor. Mi madre solía ser una bebedora de café compulsiva, o así la llamaba mi padre de forma divertida. Ella siempre se reía, porque sabía que era verdad. Los tres lo sabíamos.

Una vez más, el móvil vuelve a sonar y me saca del buen recuerdo que tenía en mente. Esta vez contesto.

-¿Hola?

No hay respuesta. Vuelvo a mirar hacia la pantalla y observo detenidamente el número, sin saber todavía a quién corresponde, ni de dónde es. Quizá no sabe hablar español.

- ¿Hello?- espero- ¿Hello, who are you?

De pronto, una voz temblorosa suena desde la otra línea.

- Despierta. 

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⏰ Last updated: Nov 25, 2017 ⏰

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Tranquila, sólo en un sueño.Where stories live. Discover now