Prólogo: segunda parte

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Unos meses antes...

—Vamos, dispara. No tenemos todo el tiempo —hablándole al joven con el arma—. ¿O quieres que ella muera?

La muchacha podía sentir el frío metal apoyado con brusquedad en su cabeza. Las lágrimas no dejaban de caer sobre sus mejillas. Quería gritarle, decirle que no lo hiciera, que ella no valía tanto como para que lo hiciera, pero era inútil, el pedazo de tela que cubría su boca se lo impedía. Tan sólo ruidos sin sentidos era todo lo que podía emitir.

—Mira, ya me estoy artando, ¿Sí? —con gran irritación—. La policía no tarda en venir y nosotros tenemos que estar muy lejos de aquí para cuando eso suceda ¿entiendes o te lo explico como a un niño de 10 años? Sí no lo haces a la cuenta de tres le volaré los sesos a esta perra. 1... —el joven no sabía qué hacer, ninguna de las dos opciones era buena, con cualquiera perdía a alguien. El revólver que le apuntaba a su cabeza se fijó más en su lugar. De no haber sido por el otro criminal que estaba detrás de él, hubiera sido fácil salir de la situación. Pero no, estaba entre la espada y la pared. Observó a los ojos del hombre que tenía frente suyo, buscando ayuda. No quería hacerlo, prefería morir él antes que una de esas dos personas. Los nervios no le permitían tener quieta la pistola en la frente del señor. Contempló nuevamente aquellos ojos esmeralda que le devolvían la mirada en busca de piedad—. 2... —la cuenta ya casi finalizaba, si no lo hacía, entonces él la perdería para siempre... y eso era incluso peor que la misma muerte. Sin ella no servía de nada vivir. Era todo para él, su vida, su universo, todo y haría lo que fuera para protegerla, aún incluso si haciéndolo le provocaba la peor de las agonías—. Y tr…

—Lo siento… —el joven muchacho le susurró al hombre e inmediatamente los sesos de este volaron por todo el lugar con la única bala que había en su arma.

El grito ahogado de la joven se escuchó a continuación, no podía creerlo, no era posible que todo eso estuviese ocurriendo en realidad. Era una pesadilla, parecía como si estuviera en una película de horror.

Las sirenas de los policías eran cada vez más fuerte—. Nuestro trabajo ya está hecho, vámonos —ambos enmascarados se retiraron del lugar dejando a los dos jóvenes junto con el cadáver.

Cuánto me amas [Pausada] [MLB] [Adrinette] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora