Un terror nocturno no es un sueño, tampoco una pesadilla, es algo mucho más aterrador...
—¿Cuál es tu peor temor, Tony? — Escuchó la inconfundible voz a sus espaldas, los pasos de unas pesadas botas resonaron en sus oídos, hasta que se posaron frente a él. Alzó la vista sin querer ver lo que estaba pasando, tan lento que era doloroso.
Frente a él estaba Steve Rogers, el que alguna vez fue el gran Capitán América, héroe de muchos, un hombre ejemplar... su esposo.
Porque alguna vez lo fueron y estuvieron juntos, disfrutando de lo que prometía ser una vida maravillosa uno al lado del otro. Pero, ese hombre delante de él se había convertido en el mayor traidor que conocía. Ahora Steve Rogers portaba un uniforme negro con el emblema de Hydra en el pecho. Sentía que moriría en ese instante.
—Tú...— Fue lo único que supo decir, su voz se ahogó y sus ojos ardieron intentando detener las lágrimas que amenazaban con salir —Tú siempre fuiste mi peor temor— Con voz rota logró terminar de hablar.
Con pasos lentos Steve se acercó hasta la casi destruida armadura de Iron Man, con una sola mano tomó el rostro de Stark. Tuvo que agacharse para poder alcanzarlo ¿Estaba de rodillas? Claro ahora lo recordaba, su armadura estaba destruida, inservible, arrodillado ante el que alguna vez fue el amor de su vida... El que aún era el amor de su vida. Pero, ya no podía seguir siéndolo.
Sintió el fuerte agarre en su rostro, trató de huir de él, no pudo, su voluntad estaba destrozada. Vio Steve sonreír de forma tan retorcida que todo su cuerpo se tensó y estremeció.
—No. Ahora soy tu peor temor— La voz profunda de Steve, llena de... Odio. No quería creer eso. Alzó el escudo, estaba dispuesto a matarlo. Lo sabía, un golpe certero y todo acabaría.
—No. Desde antes, siempre, hasta ahora. Tú fuiste mi mayor temor. Tuve miedo cuando me enamoré de ti. Tuve miedo cuando me correspondiste. Tuve miedo de perderte en alguna batalla. Tuve miedo de todo lo que me hacías sentir. Y ahora, tengo miedo de que hayas dejado de amarme. — Cerró sus ojos con fuerza, esperando el golpe final, sus manos formando puños, apretándolos fuertemente, con impotencia, estaba agotado, su cuerpo ya no respondía, ni su armadura. Escuchó claramente el cuero de los guantes de Steve ceñirse más al agarre con el que sostenía el escudo. Terminaría pronto. No pudo retenerlo más, las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas.
—No Tony, no he dejado de amarte— Esas palabras hicieron eco en su interior, su corazón latía como loco, moriría de un ataque al corazón de seguir así. De cualquier forma, su cuerpo seguía sin reaccionar, no podía abrir los ojos y solo se sentía temblar levemente. Hasta que un movimiento constante en su hombro lo distrajo, era como un suave vaivén —Tony... Tony... Tony...— Su nombre sonaba tan bien en la voz de Steve. Entonces, por fin, pudo abrir sus ojos, sumamente sorprendido con lo que veía. La radiante sonrisa de Steve, su rubio cabello totalmente despeinado, y esos preciosos ojos azules que lo observaban intensamente. Estiró su mano para intentar tocar ese rostro...
—Un... un sueño... Todo fue un sueño...— Susurró. Casi de inmediato se levantó quedando sentado en el colchón —¡UN MALDITO SUEÑO! ¡No más comida saludable antes de dormir! — Protestó el castaño justo antes de lanzarse a los brazos de su esposo, como si eso fuera lo que le provocaba terrores nocturnos. — ¡Tengamos sexo! — No lo pidió, exigió.
—Pero ¿Qué estabas soñando?
—Oh, nada importante, solo una estupidez...— Aunque no lo quería admitir, esa mal calificada, pesadilla lo había dejado verdaderamente atormentado. Lo único que quería era sentir que Steve jamás lo dejaría. Que nunca estaría solo y que ese hombre que había elegido como su esposo estaría eternamente a su lado. Demasiado idealista, quizás.
Cómo sea, despertó de ese muy, muy mal sueño, no quería hablar de eso, simplemente quería sentir el amor de su esposo ¿Y qué mejor forma que teniendo una buena sesión de sexo?
No perdiendo ni un poco de tiempo, el cuerpo de Tony se encontraba atrapado entre el de Steve y el colchón. Los besos no se hicieron esperar ni un momento más, primero lentos, un simple juego de labios, pasando luego a una sensual danza entre ambas lenguas, luchando para controlar sobre el beso.
—Uhmm... Steve... ya, quiero hacerlo, sólo estás calentándome— Protestó, moviendo su cadera contra las del rubio, que se encontraba entre sus piernas, sosteniéndose con los antebrazos a cada lado de la cabeza del millonario.
— ¿Por qué estás tan impaciente? — Preguntó, bajando a besar el acanelado cuello ajeno, lento y tortuoso. —Pero está bien, si lo quieres rápido— Sin decir nada más se estiró hasta alcanzar el lubricante de una mesita de noche al lado de la cama. Roció un poco sobre su mano y la llevó directamente hasta la entrada de su esposo, penetrando primero con un dedo, metiéndolo y sacándolo con cuidado, dilatando el músculo hasta que pudo introducir un dedo más, despacio, le encantaba ser cuidadoso con él.
—Ah... sí... uhm... Steve... Cariño... no soy una delicada pieza de porcelana— Dijo riendo bajito, hablando con dificultad.
—Sé que no lo eres, amor... pero me encanta cuidarte— Tony detuvo todo movimiento, los ojos azules de Steve se clavaron en los suyos, obligándolo a sentirse con el alma completamente desnuda ante él, ese mal sueño se había esfumado totalmente de su mente. Porque en su maldita pesadilla Steve solo deseaba lastimarle, pero en la realidad, era todo lo contrario. Tocándole de esa manera tan delicada, dejándose llevar por los apenas existentes roces...
—Eres un completo cursi, Steve...— Tony acercó su mano a la mejilla contraria acariciándola con la palma, hizo un gesto al sentir como los dedos antes en su interior, ahora lo abandonaban. Gimió suavecito y dejó caer sus brazos al lado de su cuerpo, alzó levemente las piernas flexionándolas un poco, dado paso a la facilidad al ser lentamente penetrado por su pareja. Sin prisas, suavemente. Suspiró sintiéndose completamente pleno, esa sensación no la cambiaría jamás por nada. La forma en que Steve se abría paso en su interior, sin brusquedad, con paciencia.
El suave vaivén empezó, Steve movía las caderas con total maestría para hacer gemir a Tony de completo placer, saliendo casi por completo y volviendo a entrar, tan lento y desesperante convirtiéndose en una danza de perfecta sincronización entre ambos cuerpos, Tony tocándose de la forma que sabía volvía loco a Steve; desde la parte más alta de su pecho, siguiendo el delicado recorrido por su esbelto abdomen, hasta llegar a su pelvis, deteniéndose ahí para tocar su sensibilidad. Mientras el capitán lograba tocar el punto interno exacto donde su amado esposo gritaba completamente extasiado su nombre.
Todo era perfecto en ese momento, llegando ambos al punto de placer máximo, acabando en un perfecto y deseado orgasmo; acompañados sólo de los suaves gemidos placenteros, las respiraciones agitadas y sus cuerpos unidos uno al otro.
—Maravilloso como siempre, Capitán...— susurró Tony recostado ahora en el blanco pecho de su esposo.
—Sumamente sexy como siempre, señor Stark— Steve rio suavemente siguiéndole el juego.
—A la próxima, promete que me lo harás salvaje y rudo, contra el ventanal, tal vez así toda New York se entera de lo buen semental que eres— Bromeó Tony, acomodándose mejor sobre el cuerpo contrario. Depositó un casto beso en los labios ajenos y disfrutó de la fresca risa de su esposo, causada solo por sus ocurrencias.
Bueno, los malos sueños solo eran eso y si al despertar recibía esas increíbles sensaciones, valía la pena el trauma... o quizás no...
|||||ADVERTENCIA!!
Puedes quedarte con este final o seguir al final alternativo. Advertidos quedan. <3
Si llegaste hasta aquí, muchas gracias por leer <3
XOXO
Rust00
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Nighttime Fear
FanfictionCuando lo que se cree que es real, se vuelve toda una mentira y la fina linea entre el alivio y el miedo se vuelven confusas, Tony se sentirá atrapado entre ambos sentimientos, sin saber si lo que vivió era la realidad o una fantasía creada por un t...