Pasión en Londres

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A pesar de estar el sol en lo alto, las nubes lo volvían invisible. El frío londinense inundaba la ciudad, pero el espeso pelaje del lobo le permitía soportarlo sin mucha dificultad. Caminaba por la calle que le había indicado ese perro, buscando la casa donde ya lo esperaban. Estaba un poco nervioso. Había estado ya con algunas lobas, pero sería la primera vez que estaría con una perra. Y saber que precisamente ella tenía pareja (la cual había accedido a la realización de dicha actividad) hacía las cosas más excitantes. Un pequeño hormigueo recorrió su estomago al pensar en eso.

- Creo que aquí es- dijo para sí, deteniéndose frente a una casa. Tenía el número que le habían indicado.

Lentamente se acercó a la puerta y tocó con la pata, tratando de no dañar la madera. La calle estaba vacía, y las perpetuas nubes de la ciudad propiciaban un ambiente que invitaba a entrar a la casa para encontrar calor. Unos momentos después la puerta se abrió un poco.

- Adelante- se escuchó una voz femenina del otro lado de la entrada

Baileyi empujó la puerta y entró, sintiendo inmediatamente el calor de hogar, mientras observaba a su anfitriona. Frente a él se encontraba una dálmata de complexión delgada, al menos dos años mayor que él. En su cuello se encontraba un collar azul claro con una placa circular dorada y sobre sus labios se formaba una sonrisa que trataba de parecer amistosa, pero que ocultaba un cierto deseo. A los ojos del lobo era realmente hermosa.

- Cierra la puerta, por favor. No hay que dejar que se escape el calor- dijo de forma cálida

Baileyi cerró la puerta con una pata trasera, sin dejar de mirar a su anfitriona

- Mucho gusto, usted debe ser Perdita, ¿cierto?- dijo de forma amable

- Así es, y me imagino que tú eres Baileyi-

- Correcto- dijo aun sin moverse

- Pero acércate, no muerdo...si no quieres, claro- dijo con un pequeño deje de seducción

Baileyi tragó saliva y se acercó, un poco sonrojado. Cuando se unió al "Programa de citas entre caninos" no esperaba que la primera perra que le tocara fuera a mostrar tanta confianza ante un lobo

- Pareces sorprendido- dijo cuando el lobo estuvo frente a ella

- Es solo que no esperaba que fuera una perra tan hermosa con quien me vería hoy- dijo sonriendo

- Eres un encanto- dijo mientras se acercaba para lamer su mejilla izquierda -acompáñame a la sala, creo que ahí estaremos más cómodos- dicho esto comenzó a caminar hacia la sala, un acogedor cuarto ubicado a la izquierda del pasillo donde se encontraban, mientras lo veía sobre su hombro con una sonrisa seductora. Baileyi intercaló sus miradas entre su cara y sus muslos, los cuales se movían con una cadencia singular mientras avanzaba hacia el cuarto. Una vez que la perra hubo entrado al cuarto el lobo caminó tras ella. La sala no era muy grande. Contaba con sillones pegados a las paredes, un piano y una chimenea, la cual se encontraba prendida con una llama moderada. Se veía que en el centro, donde había un tapete, habían removido una pequeña mesa, dejando un amplio espacio entre el sillón y la chimenea. En ese preciso espacio se encontraba la dálmata, sentada frente a él.

- ¿Te ofrezco algo de tomar?- dijo mientras el lobo se acercaba a ella

- Así estoy bien, gracias-

El lobo se sentó frente a la perra, quedando pocos centímetros entre sus narices. La miró a los ojos, tratando de ubicar su color, sin éxito.

- Me parece que no es común que una perra llame a un lobo en este programa de citas- dijo Baileyi

Pasión en Londres (un fanfic de 101 Dálmatas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora