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Todo estaba oscuro, no había un rastro de luz, estaba sólo.

No recuerdo cómo llegué a este lugar.

Pero sé que estoy muerto.

Me preguntó cómo fue mi funeral, de seguro hubo mucha gente por la simple razón que yo ayudé al héroe azul, solo gente desconocida que no tuve tiempo para conocerlos.

Tal vez él no fue y yo con la esperanza que todo se iba a arreglar.

Que patético soy.

Ahora que me doy cuenta, ¿por qué siento algo suave debajo de mí?

¿Qué es ese olor? Me recuerda a los medicamentos.

Todo se vuelve blanco y siento que mi cabeza va a explotar.

¡¿Qué está pasando?!

— Ugh... ¿Dónde estoy?— preguntó el lobo confundido mientras abría lentamente sus ojos acostumbrándose a la luz que salía por una ventana.

Fijo su vista a su mano derecha que estaba conectada a una máquina, tocó su frente sintiendo los suaves vendajes, su mejilla izquierda cubierta de una gasa estéril, su pecho subía y bajaba lentamente, aún no dejaba de tocar su cara cuando sus orejas se movieron detectando un ruido proveniente de la puerta, fijo su mirada hacia ella. Una joven coneja blanca con vestimenta de enfermera entró a la habitación, su rostro mostró sorpresa al ver el lobo despierto.

— Oh vaya, ya despertaste— dijo la mujer tranquila, tomando la tabla donde llevaba los papeles del paciente.

— ¿Dónde estoy?, ¿cómo llegué aquí?, ¿qué pasó con la resistencia?

— Tranquilo, no te debes de alterar tanto, aún sigues en recuperación.

— Lo siento.— respondió Rookie avergonzado.

— Respondiendo a tus preguntas estás en un hospital, tienes suerte que hayan llegado a tiempo antes que murieran desangrado, la resistencia ganó y el mundo ya volvió a la normalidad.

— Me puede decir quién me trajo aquí.

—Lamento decirte que yo no sé quién fue, te dejaron en una camilla y esa persona se fue sin decir nada.

— Ya veo— dijo el lobo decepcionado, la coneja notó el cambio de voz y soltó una risa dulce.

— Oye no te pongas así, tus amigos venían a visitarte a diario y nos hacía muchas preguntas de tu estado.

— ¿En serio?

— Sí, estuviste en coma por dos meses y me alegra que ya hayas despertado— ella se dirige a la puerta y luego la abre—. Iré a avisarle al doctor mientras tanto acomodate y no salgas, ¿de acuerdo?

— De acuerdo— dijo feliz para después ver cómo salía. Soltó un gran suspiro y cerró sus ojos, por lo menos puede tener un poco de tranquilidad.

Varios minutos después escuchó la puerta abrirse de nuevo, supuso que era un enfermero o un doctor quedándose en la misma postura hasta que sintió como lo abrazaba con fuerza, abrió los ojos de sorpresa descubriendo al causante que era ese pequeño zorro amarillo con varias lágrimas en sus ojos azules.

— Pensé... pensé que nunca ibas a a despertar— tartamudeo Tails intentando limpiar sus lágrimas.
Rookie lo abrazó, diciéndole dulces palabras como lo hacía hace un tiempo atrás.

— Tails, no debes de entrar sin permiso— dijo el equidna junto con la eriza rosada.

— Tú haces lo mismo y nadie dice nada— dijo la chica con una sonrisa burlona.

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