Capítulo 1. ¡Pum! Caída y mala suerte.
Desperté con el griterío entre mi hermano mayor y mi madre. Suspiré y me estiré, ya estaban como todas las mañanas. Mi madre regañaba a mi hermano por no tener un trabajo y ser un vago y mi hermano le reprochaba cosa, vamos, resumo, al final más de una cosa acaba volando.
Abrí mi armario y saqué el uniforme, una falda negra, una camisa blanca, unas medias azul marino y un polar beige, cogí mi ropa interior y mis zapatos. Corrí al baño y me duché rápido, sino llegaría tarde a mi primer día de clase en mi nueva secundaria.
Salí vestida y arreglada, mi cabello negro lo enredé en dos trenzas largas hasta mi cintura.
Abrí la puerta y sin saber por qué mi hermano estaba delante, me miraba de arriba abajo con esos ojos verdes que compartíamos. Di un pequeño brinco del susto y el sonrió.
-¿Qué tal está mi pequeña hermanita? – Estaba sonriendo demasiado.
-Bien… - Dije alargando la ‘e’ mientras cerraba la puerta tras de mí y me dirigía a las escaleras.
-Necesito que me hagas un favor. – Me rogó mientras halaba de mi brazo mientras bajaba.
-¿Qué quieres, hermano pesado? – Pregunté molesta.
-¿Puedes esta tarde acompañarme al partido?
-¿Para qué? – Si, mi hermano jugaba al baloncesto, pero no ganaba dinero, y eso a mi mamá no le gustaba mucho.
-Para que luego le digas a mamá que ser un jugador de baloncesto es mejor que trabajar. – Dijo mientras me sonreía ‘tiernamente’.
-¿Y cómo sabes que mi opinión va a servir?
-Porque eres su hija favorita, la que saca mejores notas y la más responsable, ¿a caso no es suficiente? – Solté un bufido y asentí.
-Pero, a cambio me comprarás un helado de vuelta. – Dije levantando una ceja y el asintió ilusionado.
Bajé las escaleras ya tranquila y entré en la cocina, no era grande, se componía de una placa, un fregadero y varios muebles colgados de la pared pintada de amarillo claro.
-Mami. – Saludé mientras la abrazaba.
-Bueno días. – Dijo con una sonrisa.
-Má, esta tarde voy al partido de Key, a si que si llego tarde es por su culpa ¿sí? – Dije mirándola lo más dulce que podía. Soy perversa.
-Vale cariño. – Asintió y me dio mi desayuno para hoy. Sonreí, cogí mi bolso y salí de casa.
Cogí mi vieja bici y bajé la calle de mi barrio. Varios chicos de mi curso iban caminando, otros en bus y la mayoría en tren. Pasé por delante de un grupo de chicos y solo uno me resultó conocido, vestía con mi uniforme pero deduje que era nuevo, al igual que yo. Lo pasé de largo pero escuché esa voz, esa voz que tantos años oí.
-¡Izumi! – Chillaron a mi espalda, giré mi cabeza un segundo, mierda. Hotaro. No me dio tiempo a responder, pues la bici se descontroló y caí al piche de la calle. Mis manos evitaron que mi barbilla tocara el suelo, pero mis manos y rodillas no tuvieron suerte. Me senté y observé mi situación.
Primero, estoy herida y sangrando, segundo, se rompió la rueda de adelante y tercero, tenía a Hotaro muy cerca de donde yo. Suspiré y me levanté junto con mi bolsa, mi rodilla derecha tenía una pequeña herida al igual que mi mano.
Llegué al frente de un tablero de madera. Allí estaban todos los nombres de la secundaria, busqué el mío: Izumi Eda. Estaba en el salón 1-A. Genial. Seguí leyendo intentando ver si alguien de mi primaria estaba pero para mi suerte solo había uno y ya sabéis su nombre: Hotaro Nozara. Aun recuerdo el maldito día en que lo conocí.
-Hace siete años-
-Izumi. – Me llamaba mi madre desde el jardín. Yo acudí dando saltitos alegre hasta que fui donde mi madre. – Izumi, el hijo del vecino vino a verte. – Dijo señalando a un niño de mi edad rubio de ojos verdes. – El es Hotaro, ¿por qué no van al pequeño parque de enfrente? – Asentí ya que a esa edad me encantaba ir al parque.
Llegamos corriendo y sonriendo, varios niños se acercaron y dijeron de ser nuestros amigos. En total éramos tres chicas y cuatro chicos.
-Bien, vamos a jugar a la guerra. – Propuso Hotaro mirándome desafiante.
-Bien, los chicos tienen de territorio desde mitad del cajón de arena y las chicas la otra mitad. – Dijo Mary mientras caminábamos hasta el ‘campo de batalla’.
Ya todos listos con cubos como sombreros y palas como armas nos pusimos en filas indias paralelos chicas contra chicos.
-¡Yaaa! – Chilló Makoto mientras le lanzaba un globo de agua a Karla.
-¡Idiota! – Gritó esta mientras llenaba su ‘casco’ de agua. Corrí hasta un charco de barro que estaba cerca del jardín e hice una bola con un poco. Corrí hasta el cajón y se lo lancé a Hotaro, este me miró mal y luego sonrió, salió corriendo del parque hasta mi casa, llamó al timbre mientras yo llegaba tras él.
-¡Señora Eda! – Bramaba mientras golpeaba la puerta, mi madre apareció y abrió los ojos como platos.
-¿Qué te ha pasado Hotaro? – Preguntó mientras con un dedo le intentó quitar algo de barro.
-Izu… Izu… - Se puso a llorar mientras me señalaba.
-¿Has sido tú Izumi? – Yo le miré mientras que Hotaro se abrazaba a las piernas de mi madre.
-Mami… Yo.
-Ni mami ni mamá, castigada, a tu cuarto. – Dijo mientras con el dedo indicaba que entrara. Lo hice a regañadientes mientras Hotaro reía perversamente a espaldas de mi madre. Yo te maldigo, recuerdo murmurar.
-Actualidad.-
Entré a mi salón y todos me miraban de distintas formas, normal, felices, recelosos y otros algo raro. Habían algunos alumnos que ya habían elegido sitio y se encontraban ya sentados preparando sus cosas, otros estaban de pie hablando y yo era la única parada en la puerta como una idiota mirando a todo el mundo.
-Enana, apártate, quiero pasar ¿sabes? – Dijo alguien a mi espalda mientras me empujaba hacia el suelo, al cual caí y me di en la rodilla que sangraba.
-¡Ay! – Gemí de dolor y me agarré de la pierna. Levanté la mirada para ver quién era el imbécil que me había tirado, lo miré fulminante.
Capitulo 1!! :D Comenten opiniones.