Frase 22

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Estaba loca, loca de remate y era guapa, guapa de cojones. Y conocía la luna, y bailaba rock n' roll frente al espejo. Y salía, y bebía,
y no se acordaba nada al día siguiente.
Y estaba rota, tanto como un trapo viejo. Y era dura, dura de roer. Y odiaba a los poetas, y se ponía hasta el culo y lloraba y se corría.
Y no se acordaba de nada al día siguiente.
Dormía poco, y tenía las ojeras más bonitas que habían ignorado jamás. Era la princesa de mi cuento, la que follaba con Extremoduro sonando en el fondo. Y se metía de todo, menos mis drogas.
Amaba, era capaz de amar por encima de cualquier boca despeinada, de cualquier trovador de mierda, de cualquier basura literaria que le escribía.
Era jodidamente perfecta y su único defecto era yo. Sospecho que venía de otro mundo, pienso, nadie había logrado entenderla, nunca.
Aunque siempre era lo que más gritaba. Y que era inmortal por eso de sus infinitas pecas y que me tenía calado y que sabía cosas sobre mi que nadie más sabrá jamás.
Era la chica con la que desearías pasar el resto de mi vida, era la chica diez. Y le faltaban un par de veranos, conmigo, digo.  Y cada vez que me la encontraba por ahí me decía que no se acordaría de nada al día siguiente, y aún así, me iría a vivir a su olvido, todos los días por el resto de mi vida.

-Anónimo

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