CAPÍTULO 1 ''CAER EN CONFUSIÓN''

10 2 2
                                    

Y aquí estoy, el último día del año sentada frente a mi computadora con una taza de chocolate caliente pensando como continuar escribiendo mi novela, mientras todos mis amigos se fueron a la fiesta que ofrece la universidad para recibir el año nuevo.

¿Que sí no me invitaron? Claro qué lo hicieron, mis amigos me rogaron que fuera, fui yo la que decidió quedarse en casa. Sorbo tras sorbo, la taza va disminuyendo en contenido, la noche avanza, el frío aumenta y mis ideas siguen sin querer fluir de mi cabeza.

11:30, sólo media hora para que termine un año más... La verdad es que no soy una chica supersticiosa, pero jamás me ha gustado recibir el año en pijama, así que mientras la computadora terminaba de cargarse por completo, decidí meterme dar un baño.
Termine justo 10 min antes de la media noche, no saldría a ningún lado, así que decidí ponerme la ropa más cómoda que encontré en mi armario. Al sonar las 12 campanadas recibí una llamada al celular, era Ed, quería asegurarse de que estuviera bien, varias veces me insistió en que fuera a la fiesta, que el iría por mi hasta mi apartamento, no quería que pasara el resto del primer día del año sola, sin embargo me mantuve firme con mi decisión de no ir, tras varios minutos de hablar y tras una gran insistencia de mi parte sobre que estaría bien, decidimos colgar, acordamos que iría a verme al día siguiente y almorzaríamos juntos.

Quise escribir un poco más, siempre he sido una persona nocturna, mis ideas fluyen mejor con la luz de la luna, sin embargo, al parecer hoy ponían mayor resistencia para fluir con rapidez, cerré la computadora y decidí ver un poco de televisión, nada atrapó mi atención, pues el día de hoy, solo hay celebración del año nuevo en todo el mundo. Harta de tanta celebración en el televisor, tome una sudadera que siempre tenía conmigo y salí al balcón, fuegos artificiales y las luces de la ciudad era lo que iluminaban la ciudad esta noche.

Nueva York sin duda era una de las ciudades más hermosas que haya conocido jamás, rascacielos alzándose amenazantes por todos lados, sus largas avenidas con tiendas departamentales por doquier, y este hermoso clima frío que suele hacer en temporada de invierno.

Tenía la mirada fija en el horizonte -miles de luces encendidas, esa era la magia de Nueva York, la ciudad jamás dormía- cuando de pronto, miles de paparazis comenzaban a arremolinarse en la entrada del edificio. No entendía el porqué, sólo sabía que todo ese movimiento llegaría a ser molesto tarde o temprano, así que decidí entrar de nuevo y cerrar la pequeña puerta del balcón, me acomode en mi computadora, disponiéndome a continuar escribiendo, cuando de pronto en el televisor -que había olvidado apagar- escuché la noticia que daría respuesta al porqué tantos periodistas. La hija de un famoso empresario había elegido la víspera del año nuevo y nuestro edificio para celebrar su boda en la gran manzana, y por si eso no fuera poco, Michael Bloomberg, alcalde de la ciudad, era el invitado de honor a ese gran evento.

El bullicio que había afuera era increíblemente fuerte, a pesar del pronóstico del clima que se había dado esa tarde, donde advertían de una posible nevada la primera noche del año. Aun así, a la prensa parecía no importarle eso, y solo querían la primicia del primero beso de los recién casados.

Apagué el televisor y me disponía a seguir escribiendo, cuándo el familiar sonido de las hélices de un helicóptero acercándose a la azotea del último piso eran cada vez más y más fuertes. Era imposible concentrarse así y si mi ya de por sí cansado cerebro no daba para más antes de todo ese ruido, ahora que se estaba acrecentando no haría nada más que estar horas sentada frente al computador sin escribir nada.

Iba a llamar a Ed, pero seguramente la fiesta donde estaba le haría imposible escucharme y no quería preocuparlo tampoco, por lo que decidí no hacerlo. Me estaba quedando sin planes que hacer esta noche, lo que se suponía no debía pasar, pues tenía mi día planeado desde hace semanas: Escribiría un poco de mí ya rezagada novela, vería un maratón de películas en Netflix hasta quedarme dormida, y desayunaría con Ed por la mañana. Sí, todo eso sonaba genial, pero mi plan original no tenía contemplado que la boda de un magnate se celebraría este día lo que provocaría muchísimo ruido en la entrada y la recepción, que eso llevaría a que mi concentración se viera muy afectada.

-Qué remedio- suspiré resignada. Agarré la bonita sudadera con estampados del Reino Unido que Ed me había regalado mi cumpleaños pasado, me acomodé bien el gorro que llevaba puesto y decidí bajar un rato a curiosear por la gran boda.

Al llegar a la recepción, toda estaba decorada con luces cálidas y había una máquina que hacía nieve artificial en una esquina. Afuera, alcanzaba a ver una fila de autos llamativos de los que iban bajando personas desconocidas para mí, pero que eran foco de atención de toda la prensa que estaba en el lugar, creo que eran casi como celebridades. Solo pude reconocer al reconocido fundador de la cadena de televisión ''Fox'', Roger Ailes, pero estaba segura que como él, había muchos más invitados.

Seguí caminando, con un poco de suerte, quizá me toparía con algún famoso director de cine o fotógrafo que pudiera darme un pequeño puesto como asistente o algo parecido donde poder llevar a cabo mis prácticas. ¡Y lo había encontrado! De pie junto a la puerta que daba al jardín de eventos, estaba Damon Winter, quién parecía estar dando instrucciones a un chico sobre la iluminación que debía tener el lugar, o tal vez, sobre donde poner todo el equipo que habían llevado.

Poco a poco me fui acercando, quería que me notara, pero de la forma más sutil que fuera posible. Me quedé parada a unos 20 metros de ellos, observando como hablaban con el personal técnico para que todo estuviera perfectamente bien colocado, un poco indecisa decidí acércame un poco más a ellos dos, cuándo Winter llamó por su apellido a su joven ayudante:

- ¡Eh Torres! Vamos a necesitar más luces por acá, y habla con los de seguridad para que eviten que la prensa llegué hasta aquí, Bloomberg ha sido muy claro, no quiere el primer beso de su sobrina en primera plana el día de mañana. – Pobre chico, pensé, ser el ayudante de un premio Pulitzer no debía ser fácil, pero seguro también ayuda mucho para despegar tu carrera.

Estaba perdida en mis pensamientos, cuando escuché por fin la voz del chico proveniente de la puerta del centro de vigilancia del lugar, que se encontraba justo a mis espaldas:

-Los de seguridad me han asegurado que tienen todo el perímetro rodeado y que la prensa no la tendrá fácil si quieren llegar hasta aquí, estese tranquilo Sr. Winter.

Y de pronto, todo a mi alrededor se congeló. Habían pasado casi 3 años sin verlo, pero aún no había olvidado su voz, esa dulce voz que solía contarme historias tan interesantes que podría haber pasado toda la vida escuchando. Una revolución de sensaciones que pensé ya había desaparecido comenzó a sentirse dentro de mí.

Esas mismas sensaciones de calidez que sentí con ese último abrazo que nos dimos, ese choque eléctrico que sentía al recordar su sonrisa, y esas estúpidas mariposas cuándo recordaba nuestros momentos juntos.
No, no podía ser ''Él'' seguro estoy confundida, cuántos años han pasado, no puede ser su voz, seguramente mi memoria y las fechas me estaban jugando una mala broma, y el cansancio tampoco ayudaba mucho a mi pobre cerebro ¡sí! es eso, es decir, ¡él está ahora en España! O sabrá Dios donde. ¿Qué estaría haciendo en Nueva York ahora?

Necesitaba un respiro, una tranquila caminata por el Central Park estaría bien, me di media vuelta y comencé a caminar hacia las escaleras nuevo, olvidándome de hablar con Damon Winter. Estaba a punto de subir a mi apartamento de nuevo, cuándo lo vi, parado al pie de las escaleras, mientras movía una de las luces hacía el jardín. Era imposible que lo confundiera, ¡TENÍA QUE SER EL! esos ojos verdes eran casi inolvidables...

Nuestras miradas se cruzaron, y casi instantáneamente dejo ver esa sonrisa que siempre he amado, dulce, tierna, sincera.

Por alguna razón dejó la luz en su sitio y comenzó a caminar hacia mí, mientras yo no hice nada, más que quedar paralizada ante el...

Recuerdos de un amor perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora