Kiru era un chico muy bajito y desnutrido, de piel morena, unos ojos grandes y negros y unos gruesos labios, que a menudo estaban estirados por una alegre sonrisa. Muchas cicatrices por las reprimendas que le hacía su amo. Se definía por su personalidad alegre, extrovertida, y su humor macabro. Como cada mañana, estaba dormido en su cama destartalada, en su habitación igual de destartalada en pleno corazón del estado de Louisiana, Estados Unidos, en el año 1778. Su familia y el, trabajaban como esclavos para una familia de mercaderes agrícolas de algodón, y Kiru había nacido en esa casa.
Era una casa muy grande de tres pisos, y en ella vivía un mercader de algodón con su mujer, sus tres hijas y dos hijos. A unos metros de esa magnífica casa, estaba la pequeña y humilde choza en la que vivían Kiru, sus padres, y tres personas más: Un muchacho de veinte años llamado Menelik. Era un joven corpulento, no mucho ya que el hambre de los esclavos no les permitía tener una buena salud. De tez negra, como todos los que habitaban en esa choza. De cara redonda, labios muy gruesos y nariz aplastada, propio de las personas pertenecientes a su etnia. Ojos negros y brillantes. De carácter soñador, subrealista. También había sido privado de su hogar en Nigeria para ser exportado a Estados Unidos como esclavo como su padre y su tio. Cuando Kiru nació, Menelik ya vivía en la misma choza, pero solo tenía trece años.
Las otras dos personas que vivían en la choza, eran el padre y el tío de Menelik.
El padre de Menelik, era un hombre llamado Halé. Era un hombre muy flaco. Igual que su hijo, tenía labios gruesos y nariz aplastada. Era extremadamente callado, pues había vivido demasiadas situaciones muy duras como para seguir feliz por la vida.
Su mujer se había suicidado tras haber tenido un día duro en la casa de su amo, la había pegado más de la cuenta, y decidió arrojarse por un precipicio.
La última persona que me queda por describir, y probablemente la persona más importante en esta historia. El hermano de Halé y tío de Menelik era un señor muy bajito y muy cascarrabias. Nunca hablaba, y cuando lo hacía era para regañar a cualquiera que se le pasara por delante. Kiru le odiaba mucho por ello, así que mientras que no le hablara, mucho mejor.
Los padres de Kiru, su pilar fundamental en su vida, pues le habían enseñado todo lo que una persona pudiera saber. Eran un matrimonio alegre, irónico para todas las cosas que habían pasado en su miserable vida. Eran como un barco al que llevaban mucho tiempo disparando cañonazos, pero nunca llegaba a hundirse.
El día a día de Kiru, contaba con múltiples y variadas actividades. Cada mañana, preparaba el desayuno con ayuda de su madre. Luego recogía el desayuno y le cambiaba el heno a las vacas. Luego, comía un mendrugo de pan. Dependiendo del día, iba al pueblo a hacer la compra con su madre o iba a pasear a las vacas con su padre a una gran montaña que había detrás de la casa. Luego, preparaba la comida con su madre para sus amos. A veces, la caldera que calentaba la casa se estropeaba, así que Kiru ayudaba a Menelik a arreglarla. Mientras sus amos comían, el, también dependiendo del día, se iba a hablar con las vacas a su establo o escuchaba apasionantes historias a cerca de África de la boca de su padre. Luego, comía otro mendrugo de pan y se echaba la siesta. Después, llegaba la parte del día que Kiru más odiaba, y es que a veces se quedaba dormido en la siesta y su amo le despertaba a bofetadas o a latigazos. En una ocasión en la que Kiru se hartó, se levantó y le gritó al hombre:
- ¡Ya voy, ya voy viejo gordo! ¡De verdad, la que monta usted por llevarse una cuchara a la boca! ¡Ni que hiciese un siglo que no probaba bocado!
El amo de Kiru, se puso rojo de cólera, y de sus ojos saltaban chispas.
- ¡¿Cómo te atreves a hablar así a un blanco?! ¡Te vas a enterar sucio esclavo!
El hombre empezó a perseguir a Kiru, pero pronto paró, ya que la consistencia obesa del hombre no le permitía perseguirlo más.
Kiru llevaba todo su vida viviendo de esta manera, y nunca había salido de Louisiana. Su sueño era algún día ser libre y visitar África, para ver si era tan maravillosa como narraba su padre en sus historias.~~~
Esa noche, concretamente la noche del quince al dieciséis de abril de 1778, Kiru se encontraba dormido en su cama. Estaba profundamente dormido. No obstante, en sus sueños, se encontraba en un tren más concretamente en la cabina de mandos de la locomotora de un tren, pero él no era quien conducía el aparato. Era un hombre al que Kiru conocía: Gabriel de Az, y el tren en el que se encontraban, recibía el nombre de "El Tren De La Muerte".
En el exterior del tren, era de noche. Todavía no habían salido del desierto, así que Kiru dedujo que seguían en África. El faro de la locomotora, iluminaba las vías, y los topes del tren se las iban comiendo a medida que avanzaban.
- Buenas noches, Kiru. - Dijo Gabriel con su característica voz grave.
- Buenas noches, Gabriel. Dime, ¿Cuánto queda para llegar a ese lugar tan maravilloso del que me has hablado?
- No mucho, pequeño, no mucho.
- ¿En qué continente está? - Preguntó Kiru con curiosidad.
Gabriel soltó una carcajada.
- Oh, mi niño. No está en ningún continente. - Dijo el hombre mirando a Kiru con una sonrisa.
- Entonces... ¿Donde está? - Preguntó Kiru, poniéndose un poco nervioso
Gabriel se quedó pensativo, y de repente, se puso a cantar, con una voz melodiosa.
-Allá donde todo es blanco, allá donde las estrellas están más cerca que ningún otro lugar... Allá donde los secretos se esconden en una cara inexplorada. Allí, hijo mío, allí es donde algún día, tendrás que llegar...
Después de esto, Kiru se quedó pensativo, reflexionando... Hasta que finalmente llegó a un conclusión:
- ¿Tu casa está en la Luna? - Preguntó Kiru con una sonrisa de oreja a oreja y unos ojos chispeantes de emoción.
Gabriel rió de nuevo.
- ¡Que listo eres pequeño!
- ¡¿Me estás diciendo que vamos a ir a la Luna?!
- Claro, ¿Porqué si no estaríamos volando?
Kiru miró por la ventana de la locomotora. Efectivamente, el tren se estaba alejando de las vías cada vez mas.
Kiru rió, y Gabriel rió más...
La Luna estaba cada vez más cerca de ellos.
- ¿Como es la Luna Gabriel?
- Más maravillosa de lo que te puedes imaginar. - Dijo Gabriel con una sonrisa, y Kiru se la devolvió.
Se acercaban a la Luna a una velocidad sorprendente, y el satélite se hacía cada vez más grande ante los ojos de Kiru. Estaban solo a unos trescientos metros de la superficie lunar... Doscientos... Cien... Cincuenta...
Kiru abrió los ojos. Estaba sobre su cama.
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AMIGOS DE LA MUERTE
AdventureKirubel Abdali es un niño etiope nacido en Estados Unidos, hijo de una pareja de que fueron despojados de su hogar en Mauritania para servir como esclavos de una familia estadounidense en 1778. Kiru, que así le llaman cariñosamente sus padres, tuvo...