00. Buenos Aires-Seúl.

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      Metida en mi maravilloso mundo de DAY6 (stan talento, stan day6), un señor en sus años finales de vida, tipo los noventa y algo, me hizo señales de desde su escritorio mientras un estudiante salía. Bien, culo prepárate para iniciar tu jornada en una escuela coreana donde no podés chuparle las medias al profesor para que te apruebe; acá me tengo que poner los pantalones y pegarme a la silla si quiero pasar de año. Él señor rechonchito, y anciano, se presentó como el Director de la escuela; me dió los típicos saludos del primer día sumado al "si necesitas ayuda no dudes en consultarme, mis puertas están abiertas"; ¿me puedo ir a la mierda? Sé llegar sola.

 No sé qué decirle. Estrechamos nuestras manos y listo, fin, ahora sigue la peor parte: conocer a mi nuevos compañeros. El tutor me guiaba, claro porque sola terminaba en el cualquier lado, la escuela era tan grande que parecía el Abasto más o menos; mientras él me enumeraba las reglas y todo eso, yo sólo rezaba para que no me tocara una clase pedorra con compañeros pedorros, aún que me aferro a nada ya que la mala suerte y yo vamos dando saltitos en un campo de margaritas que se marchitan a nuestro paso. Genial, ¿no? 

 Cuestión. 

 Algunos estudiantes que rondaban los pasillos me miraban y murmuraban, tipo, ¿nunca vieron a una occidental en un colegio coreano, malditos inadaptados? (ahre que la única inadaptada soy yo, cruel) Bueno, llegamos a un salón que decía algo de 2-A; ¿2-A? ¿El "A" no es para cerebritos? Seguro que me pusieron ahí porque no había más espacio. 

 —Adelante. 

 Increíblemente, y obviamente, me sentía nerviosa. Onda, me cago de risa y todo pero no quita el hecho de que estoy del otro lado del Atlántico en una escuela donde soy la única occidental (encima argentina pobres muchachos) y todavía no me asimiló a las cosas que ellos hacen. Igual, no sé qué hacen estos adolescentes coreanos en sus días, pero yo ya sé que voy a a hacer: encerrarme a ver a mis hijos ahora sin necesidad de quedarme hasta las dos de la madrugada porque estamos en la misma ciudad, que lindo vivir. Sigo viéndolos desde la pantalla pero hay otro sentimiento, cuak. 

 En un pestañeo, estaba frente a una salón repleto de coreanos, y si no van a ser rusos, que pelotuda que salí, increíble. Me incline y me presenté.

—Me llamo García Josefina, hola. 

 ¿Qué más digo? ¿El nombre de mi perro? ¿Tipo de sangre? ¿Que me caí de chiquita y quede pelotuda? Ayuda maribel.

—Espero que te sientas a gusto —dijo el tutor—; Si surge alguna duda o problema no lo pienses dos veces y ven a consultarme, ¿vale? 

 Le respondí y me señaló el asiento quinto, fila del medio. Y yo que quería sentirme protagonista de un dorama y sentarme junto a la ventana donde el sol alumbre mi inexistente belleza, acá aprendí que no todo se puede en esta vida.

 No me senté, me desplome sobre el banco individual, toda una dama de primera. Ahora es cuando la tierra se abre, me traga y me escupe en el Caribe. Encima se escucharon risitas, yo estaba tipo "bien, que se me caiga un concreto en la cabeza now", pero querer no es poder. El tutor me dedicó unas bonitas palabras de aliento que se las puede meter en el culo porque no sé que espera que haga con palabras cuando ya veo en sus caras como me van a coger con sus cosas de chetos (ricos). Estoy entrando en una crisis existencial más o menos.

 El profesor de no-sé-qué entró. Me saludo, dándome la bienvenida cariñosamente y se presentó como el profesor de Historia Mundial. Hablemos de cómo Roca (hijo) nos vendió a Inglaterra por unos frigoríficos del orto, señor. 

 En fin, culo, prepárate para ser cagado a golpes.

 Lo único que rescato de todo esto es que puedo vivir un romance con un coreano, ahr quién se va a fijar en un orangután como yo en esta economía mirta, nadie. Mejor sigo leyendo y escribiendo pelotudeces en Wattpad que gano plato (mentira, ojalá).

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⏰ Last updated: Dec 03, 2017 ⏰

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