Miunah rodó por la cama, buscando un poco de calor a vista de su acompañante, pero sin ver alguna respuesta de su parte se levantó con un poco con resaca y volteó la mirada a la mesita de luz.
Era bastante linda y refinada viniendo por parte de Jimin, quien sabía que tenía un gusto exótico por las cosas materiales. Sobre la mesita, una lámpara apagada y un reloj que marcaba las 4:33 AM.
La espalda y torso desnudo de Miunah era abrazado por la brisa que entraba por la ventana media abierta, seguía siendo de noche.
Ella puso los ojos en blanco y levantó el vestido que yacía en el suelo y se lo colocó de la manera más rápida y menos forzosa que su cerebro apagado pudo encontrar. Por última vez, acarició el cabello de Jimin y dio una leve sonrisa. Se había apegado mucho y le gustaba tener su compañía de vez en cuando.
-¿Ya te vas?-Habló con la voz ronca el muchacho.
Ligeramente sorprendida, pero con una sonrisa se dirigió a mirar al propietario de esa voz. Sin embargo, el todavía estaba acostado y con los ojos cerrados.
-Sí. Tengo cosas que hacer-Respondió Miunah, no quería perder más tiempo, o su hermano se enfadaría con ella por no haber vuelto esa noche.
-¿Cosas que hacer o personas con las que estar?-Enunció el muchacho, ahora medio levantado de la cama y tomando su mano a la fuerza.
Los dedos de Jimin y los de Miunah se entrelazaron por menos dos segundos, pero ella abruptamente los soltó y finalmente dio un brinco para salir de la cama.
Dio unos ligeros pasos, tratando de que su resaca no afectara su caminata, era algo imposible de todas maneras sin tropezarse con alguna de las pertenencias de Jimin. Era bochornoso y a la vez sexy tropezarse con los bóxers del chico, pero Miunah seguía con su camino hacia la puerta.
-¿Vas a volver mañana?-Preguntó Jimin, ahora colocando su almohada en su propia cara. También estaba bastante borracho, se debía decir.
Por más que Jimin se le había pegado como una pegatina, Miunah no estaba para nada enamorada de él, gracias que lo consideraba un amigo.
Entonces recapituló, una fiesta, en la casa de, ¿De quién? Bebidas...Uh...Esas bebidas.
Con sigilo comenzó a cerrar la puerta principal, no sin antes echar una última mirada al interior del departamento, estaba hecho un desastre. Fue entonces cuando se encaminó a bajar las escaleras malgastadas.
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El metal resonaba cada vez que las combat boots de Miunah golpeaban los escalones. El frío se reconocía a leguas y en esos momentos ella maldeció al cielo por no haber robado la chaqueta de Jimin. La noche seguía puesta allí en el cielo, sin embargo se llegaban a observar ligeros tintes de rosa, indicando que la mañana llegaría en cualquier momento.
