"Kissing Booth"

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La estampa es completamente hilarante. Un adolescente, rubio, bien parecido dentro de una cabina de besos color rosa chillón. Con ridículos corazones de goma eva  color roja, pegados al cartel de "Un dólar por un beso".

Katsuki reposa el mentón en su mano, apoyando el codo en el borde de la ventanilla. Con malhumor mira a las personas pasar, todos disfrutando del día en la feria. Tal y como debería estar haciendo él. Le enseña el dedo del medio a los que se ríen, pues lo común es el puesto sea ocupado por una femenina, mas precisamente la "caratorta". 

Por décima vez maldice a Uraraka Ochako, la usual encargada de la cabina. A esta misma le había surgido un inconveniente de último momento provocando que el comité de eventos entrara en pánico temporal. Hasta que Mitsuki Bakugou, la directora de la comitiva, no tuvo mejor idea que ofrecer a su hijo como plato de segunda mesa.

El joven se frota los ojos, se tira de los estrafalarios cabellos cenizas contando los minutos que faltan para que termine esa condena. Es cierto que no la ha pasado tan mal, el frasco de dinero está a tope y ha besado muchas chicas guapas. Pero a Katsuki le harta cumplir con tareas y no disponer de su tiempo libre como se le antojase.

Le echa una mirada a la bolsa de golosinas que reposa junto al frasco y recuerda que también se han acercado niñas de primaria, risueñas, asomando su carita por la ventana, en puntitas de pie bamboleando el billete. Y aunque a las personas que pasaban les parecía una escena adorable, a él le abochornaba. A ellas se había limitado a darles Kisses Hershey's, para desilusión de las mismas.

Para cuando Katsuki regresa la vista al frente, una figura estorba con la visión de la rueda de la fortuna, que a lo lejos que esperaba encontrarse. Y sinceramente siente un poco de lastima mezclada con diversión.

Un chico está plantado frente a la cabina. Su cara está completamente roja con el brazo tambaleante, le estira el billete.

Es un poco más bajo que él, Katsuki calcula que también debe rondar por los 17. A  pesar de esa cara infantil...

Grandes ojos esmeralda yacen detrás de los rizos verdes, las mejillas son salpicadas con adorables motas café. A Katsuki le parece que si las uniera con líneas, como si del juego se tratase, formaría un rombo sobre cada moflete. Le recuerdan un poco a la constelación de la cruz del sur.

Por mero morbo, el rubio cruza ambos brazos y se inclina hacia él entrecerrando los ojos, con una sonrisa burlona. El otro se hace para atrás, abriendo demasiado los ojos. No deja de temblar. Esta avergonzadísimo. Y es quizá porque a pesar de ello, sigue regio y obstinado, que a Katuski no le asquea ni le molesta, a pesar que nunca le ha atraído la idea de besar tipos, el que ese pringado tenga la osadía de exigir un beso suyo.

"Debe ser un pobre virgen recién salido del armario" piensa con curiosidad observando a su "cliente".

Ya sea porque le da pereza recordar los nombres de los demás, ya sea porque prefiere establecer distancia, Bakugou llama a todos por un apodo, y este chico no es la excepción. "Deku" es lo que piensa instantáneamente para él.

Con parsimonia y un brillo travieso en los ojos granate, toma el billete haciendo saltar al otro.

-Acércate que no tengo todo el día, inútil. Y cierra los ojos- Si bien no debe dirigirse así a los clientes, el vocabulario esta tan arraigado que lo hace inconscientemente, aunque no desee insultarlo directamente.

-¡S-si!- tartamudea "Deku" para cumplir con la orden. Katsuki quiere romper a carcajadas pero le descoloca el salto que da su propio corazón. Confundido lleva la mano a su pecho, notando que nunca le había pasado algo así. Recuerda que todavía tiene al chico frente a él y nuevamente le mira.

Kissing BoothWhere stories live. Discover now