I.- Liars.

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Quiero que os hagáis una pregunta importante; ¿qué es para vosotros mentir?

Dicen que una persona normal miente un promedio de ochenta y ocho mil veces a lo largo de su vida. Ahora imagínate todas esas mentiras multiplicadas por siete mil millones de personas en todo el mundo. Yo diría que son demasiadas como para creérnoslas todas, ¿verdad?

Mentir es algo que se vuelve cotidiano una vez que nos damos cuenta de que se nos da bien, incluso si tenemos que hacerlo para ocultar un secreto que no queremos que salga a la luz, lo hacemos, sin importar las consecuencias. Pero, ¿cómo se sabe cuándo una persona miente o no? ¿Cómo saber cuál es la verdad y cuál es la mentira? Muy fácil: Todos llevan la palabra "mentiroso" pegada en la frente. Todos mienten, todos tienen secretos. Es como una plaga, y lo peor de todo es que no se puede exterminar.

Veo a Dave Mayer pasar por el pasillo y seguir teniendo esa palabra tatuada por toda la cara, al igual que Eddy o Steve. También observo a Daniela, que está hablando con Roman en su taquilla mientras le sonríe. Sus mentiras se huelen a kilómetros de distancia, como un olor asqueroso que se vuelve visible y no te deja mirar por dónde vas. Roman me ve pasar por su lado, y nada más hacerlo, sus ojos se fijan directamente en el suelo. Le intimido con la mirada cada vez que sé que está haciendo algo mal, y él siempre baja los ojos cada vez que yo lo hago, por eso sólo prefiero ignorarle y pasar de largo.

Sigo viendo mentirosos por todas partes. No puedo evitar verlos cada vez que miro a uno a la cara mientras camino hacia mi taquilla. Es agotador tener que sentir esto cada vez que voy al instituto, es como si me acorralaran y no me dejaran escapar, pero por fortuna, me queda poco para llegar a mi destino. Desgraciadamente, una sensación familiar me obliga a mirar hacia la taquilla que tengo en frente de la mía. Es la taquilla de Jessica Prince, la chica que se suicidó el 2 de abril de 2016.
Nunca puedo evitar apartar la mirada cada vez que paso por su lado; no de la manera en la que lo hacen todos y cada uno de los que pasan de largo y ni se inmutan al verla. Destaca demasiado entre todas las demás, y es obvio, porque está decorada con dedicatorias, notas de despedida y fotografías suyas, donde sale con esa cara alegre que siempre ponía incluso aunque fuera el peor día de su vida.
Es curioso ver tantos "te quiero" y tantos "te echaremos de menos" escritos por personas que ni siquiera la conocían o no se molestaron en hacerlo. Todas esas palabras no valen nada en comparación con las de los que de verdad la querían y los que de verdad la echarán de menos, porque eso es lo que pasa cuando sabes que no vas a ver a una persona nunca más. Eso es exactamente lo que le pasó a Jessica Prince.

Quise dar un paso hacia adelante para poder ver mejor su cara en las fotos, pero la cantidad de alumnos que estaba pasando por los pasillos no me dejaba acercarme más. Entonces vi a un par de chicas ponerse en frente de la taquilla y colocar una rosa entre las rendijas de ésta. Vi como la ponían delicadamente como si temieran dañarla o estropearla al hacerlo, y después, se fueron sin levantar la cabeza del suelo mientras yo las seguía con la mirada. Y fue en ese momento cuando vi, entre la multitud y entre aquellas dos chicas que se perdían en la distancia, en la puerta de salida de la que entraba una luz penetrante y acogedora, la silueta de la misma chica de cabellos rubios y ondulados que aparecía en las fotografías pegadas en la taquilla. Estaba estática en el sitio y su mirada me penetraba como si fuera un cuchillo afilado. Yo no me inmuté, pues ya me había pasado esto antes, desde que se suicidó, hace dos semanas, y no me extrañaba que me mirase de esa manera. Lo veo en sus ojos; parecía que me iba a ahogar en ese mar azul que tenía en ellos, y en cierto modo, la comprendía, llevo comprendiéndola desde el día en el que llegó a la escuela, y sabía perfectamente cómo se sentía nada más con hundirme en ese océano. Estaba cansada, al igual que yo, como siempre cada vez que la veía pasar por mi lado o quedarse de esa manera en cualquier sitio al que yo fuera. Y así durante dos puñeteras semanas. Pero esta vez, soy capaz de ver algo más que sólo una mirada cansada; veo otro sentimiento mucho más fuerte, más poderoso. Soy capaz de ver rabia en sus ojos.

Liars (Mentirosos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora