One Shot -Yoonmin, Vkook & Namjin-

-3-

¿Cuál fue el peor cumpleaños de mi vida? El de ahora. Mi pareja acaba de terminar conmigo en este preciso momento –Lo siento, pero cuando llego a ese momento en el que tengo que... creo que no soy este tipo de hombre Jin. Por ser tú creí que sería diferente, en verdad lo siento- Y fue así como acabe votado en aquel bar.

Por suerte el lugar no tenía mucha clientela y los únicos que estaban no mostraron interés en la escena que el hijo de puta acababa de hacer.

-Buenas noches mi nombre es Namjoon y seré tú mesero ¿Hay algo que quieras beber?- Aquel tipo alto me muestra la carta de bebidas. No es mala idea tomar hasta olvidarme que he sido votado.

-Quiero un rosa blanca pintada de rojo y una carta de diamantes- justo cuando le entrego la carta siento una leve caricia de su parte poniéndome un poco nervioso-Eso sería todo- Ahí está de nuevo. La misma sonrisa que me llevo a caer en la tentación. Justo como pasó con mi nuevo ex.

-puedo preguntar por qué esta solo- a mi parecer preguntarle a alguien eso es algo impertinente pero vamos, él está coqueteando conmigo, mi cumpleaños es una mierda y no pienso acabarlo así.

-¿No se enojaran si te sientas conmigo?- Veo como se retira momentáneamente entregándole la carta a un tierno minino que se encuentra en la barra y vuelve sentándose a un lado de mí.

-Tenías a un acompañante hace un momento- ¡Wow! Este tipo no tiene pelos en la legua. Acaba de matarme con tan solo dos preguntas.

-Y se fue más rápido de lo que llego- Ni yo mismo se porque le cuento todo esto a un extraño que lleva un enorme sombrero.

-Mi reina no debería mostrar dobles antes una carta cualquiera- debe estar bromeando. Ahora resulta que soy la reina de Alicia en el país de las maravillas. Aunque no estaría nada mal ser la reina de este hombre-Acompáñame-

Justo cuando toma mi mano siento como el calor golpea mis mejillas haciéndolas brillantes.

Abre una puerta negra que nos lleva a una habitación carmín con olor a menta. Me encanta la menta, ¡No espera!, el aroma viene de él. Eso me gusta más.

Veo como saca una corona rosa de un cajón y me la pone mientras estoy sentado en la cama.

Justo cuando siento que lo emocionante está por terminar me sorprendo siendo besado por el sombrerero. Este tipo es un experto, el beso es jodidamente ardiente.

Cuando me quedo sin aire lo empujo levantándome de la cama. Volteo hacia el espejo y puedo ver como mis labios se encuentran hinchados y rojos.

Intento hacerle de frente pero ahí está él, sentado en medio de la cama, mirándome con deseo y hambre. Dios, dime que esto no es pecado, porque si es así creo que te fallare.

Camino hacia él y siento su mano tomar mis caderas, me siento entre sus piernas y vuelvo a ser devorado por aquellos labios expertos. Sé que mi cuello quedara rojo y con hematomas pero me es difícil decir que no.

Empiezo a quitarme mi saco quedando son con mi blusa roja. Él también se quita su ropa sin dejar de mirarme con aquellos ojos feroces.

-dime que esto un sueño, si es así, no puede ser verdad- Siento como me acuesta en la cama y quita mis pantalones al igual que mis calzoncillos-

-¿Quién te dice cuál es cuál?- esa sonrisa hace que tenga un cosquilleo en mi parte baja.

Veo como abre sus pantalones sacando su miembro empalmándolo con el mío.

Mi gemido se puede escuchar en toda la habitación al igual que su falta de aire. Es la primera vez que siente tan bien.

Si tan solo aquel idiota no hubiera huido justo por el miedo a esto.

-Mi reina, a este humilde sombrerero no le gusta que piense en otro justo cuando la está haciendo sentir tan bien- Mis piernas son separadas y siento un líquido correr en mi trasero. Cuando lo miro puedo ver el lubricante ser arrojado al piso. Este hombre es realmente sexy.

-Mi reina me gusta que tenga ese tipo de pensamientos de mí- No solo estoy devorado físicamente si no mental.

Siento como uno de sus dedos largo entra en mí haciéndome estremecer. Toma mi muslo dándole leves masajes haciendo que me relaje. Dios, se siente jodidamente bien.

Cuando mete el segundo dedo siento como llega a mi punto erógeno haciéndome tomar las sabanas con fuerza y arque mi espalda.

Mis labios están húmedos al igual que mi entrepierna. Lanzo una mirada temerosa al sombrerero cuando veo que toma su miembro y lo pone en mi entrada.

Oigo el sonar de las campanas a la primera estocada que llega a mi próstata. Sus manos recorren mi cuerpo y sus labios besan mi cuello mientras yo acabo de recordar que en el cuento de Alicia el sombrerero estaba loco.

Fin