Tras mucho pensarte, un día llegué a la conclusión de que te puedo comparar con un retrato, dicho retrato se encuentra en mi habitación y tengo la certeza de que la obra de arte que está pintada en su interior me eligió a mí como el encargado de retocar lo que nadie ve.
Te miro, te observo, te pienso y la primera duda que me surge es: ¿Quién habrá sido el autor de semejante belleza? Seguidamente, debido a mis complejos, mi mente me incita a pensar ¿Cómo es posible que esta obra de arte se encuentre en mi humilde habitación? Supongo que es normal pensarlo, ya que solo dispongo de un pincel de punta fina y de varios colores que me sobraron de la última vez que derrame mis lágrimas en mi propio retrato.
Parece paradójico que piense que me estés pidiendo a gritos pinceladas por tu piel cuando resulta evidente que el retrato que observo es arte por si mismo y, si algo he aprendido con el tiempo, es que las obras de arte no deben modificarse ni tocarse.
Por otro lado, pienso que mi misión es encontrar la pincelada perfecta que necesitas para cambiar eso que nadie ve, pero que yo quiero ver y que tú quieres que te lo hagan ver.
Admito que me siento presionado por ser el responsable de "retocar" lo que es perfecto, cualquier movimiento en falso puede crear una mancha en tu piel que ya no se borrará jamás; Por eso te observo, te admiro, te pienso durante horas y horas, hasta que mis ojos lloran de felicidad y obligan a mi sonrisa a no ser tan tímida.
Soy feliz, observándote, descubriéndote... He de admitir que esta parte de la tarea, para mí, es un auténtico placer. Con el tiempo me he fijado que en tu sonrisa se forma un pequeño y precioso hoyuelo en un lado de la mejilla, en el otro lado, tu piel es totalmente lisa y perfecta. Tuve la oportunidad de ver cómo tu pelo se ondula perfectamente hacia el lado derecho formando una poesía entre los versos de tu cabello canelo. Me di cuenta que hasta las prendas más bellas únicamente ocultan la belleza interno-exterior que se esconde debajo de las curvas más fantásticas que ningún pintor ha dibujado.
Comprende que no resulte sencillo para este inexperto y desconfiado pintor atreverse a eclipsar tan solo una parte de tu retrato con su inseguro pincel fino. ¿De verdad me pides a mi retocar lo que nadie debería ni tocar?
Tras mucho pensarte, por fin llegué a la conclusión de que: No quieres que te retoque, te vales por ti misma, pero... decidiste venir a mi habitación en el momento que agarré el pincel porque querías que me dé cuenta que no todos los cuadros necesitan pintor, ni todos los retratos están dibujados por alguien, que, por una vez en mi vida, debería coger mi pincel y pintar mi propio retrato, perfecto y orgulloso, tal vez esa sea la forma de poder permanecer los dos en la misma habitación, dos retratos perfectos que simplemente se completan.
