Un día aburrido, una vida aburrida, otro día más de mísera y gris existencia, no hay nada nuevo, nada que contar, solo las palabras que brotan de mi mente mientras pienso los errores que he cometido durante mi vida, pues a pesar de todo, es solo para llamar la atención, pues si me comparo con los demás, todos han sufrido más que yo, una sensación de vacío inmensa que siempre ha estado en mi pecho, me duele, pero aun así vivo con ella día tras día.
Siempre quise ayudar a las personas, de una u otra manera quise ser alguien que pudiera ser útil, por ende, decidí ser un doctor, alguien que se preocupa por las personas, para que puedan seguir adelante en un momento crítico de su vida, pues una enfermedad es debilidad y ahí es cuando me gusta entrar, ser el pilar de una sociedad que necesita de alguien para sobrevivir, lo sé, es una idea bastante egoísta y estúpida de oír, pero si no es sin sentido, ¿Qué caso tiene la imaginación? me gusta soñar y por eso es que quiero volver mis sueños realidad, quiero ser alguien que no sobresalga, pero que sea importante, de una u otra manera poder lograr que la gente me busque por ser alguien que si se ausenta, marcar un hueco en los corazones de los demás.
Nací y crecí en un pequeño pueblo, pacifico, no sucedían muchas cosas, casi nadie se lastimaba pero yo, al ser el único doctor del pueblo, siempre iban a mí cuando sucedía algo malo.
Convertí mi casa en un pequeño hospital, así podría trabajar más cómodamente, tenía un toque despreocupado apenas abrí, no se había hablado antes de un doctor en el pueblo, así que apenas se enteraron fueron a visitarme, al principio fueron muy pocas personas, preguntando si estaban en lugar correcto, pues a simple vista parecía una casa común y corriente, pero una vez los llevaba a la oficina donde atendía a los pacientes cambiaban de parecer inmediatamente, tenían enfermedades comunes, muy comunes, un resfriado, algo de fiebre y uno que otro ataque de tos, nada fuera de lo normal, cada día era así, muy pacifico, así como atendía pacientes cada vez llegaba gente nueva, o bueno, gente que no me había visitado antes para una consulta hasta el punto en el cual tenía la historia médica de todas las personas del pueblo.
Al principio era algo duro, pero con el tiempo se me hizo más llevadero estar atendiendo a las personas que llegaban al día, tenía una rutina, no me molestaba, era divertido estar así, sentía que mi sueño poco a poco iba haciéndose realidad. Mi rutina es muy sencilla, me levanto a las seis de la mañana, tiendo la cama, me baño, me cambio, dejo lista mi ropa para el hospital y salgo para comprar algunas cosas, voy al mercado a las siete con cinco minutos de la mañana, compro algunas frutas, verduras y demás cosas necesarias para el almuerzo y cena, vuelvo a la casa a las ocho y treinta minutos de la mañana, recojo el periódico matutino y procedo a hacer mi desayuno, tardo por lo general diez minutos preparándolo, luego me sirvo y me siento con calma a leer el periódico mientras como, a las nueve de la mañana ya estoy listo para comenzar con el trabajo, así que anuncio oficialmente que el hospital está abierto, suelen venir personas después de las once de la mañana, se preguntaran si varía mucho pero la verdad es que no, siempre suelen venir tres o cuatro personas al día por mucho, con eso puedo ganar el sustento del día a día para comprar otra vez en el mercado, así todos los días, aunque a veces vienen por una enfermedad muy grave y debo internarlos, por eso tengo una habitación disponible por si eso llegase a suceder.
Me tomo un tiempo a las doce con treinta minutos del medio día para almorzar, hago lo mismo que al desayuno, pero en lugar de leer el diario suelo mirar por la ventana y pensar que tan cerca estoy de verdad sentirme completo por realizar lo que quiero, vuelvo al trabajo a la una de la tarde sin falta, no sucede nada interesante en ese lapso de tiempo, suelo cerrar algo tarde, a las seis de la tarde o un poco más el hospital cierra formalmente, preparo mi cena y mientras me dedico a comer suelo pensar en lo que he hecho hoy, si lo abre hecho bien o mal, si estarán satisfechos o no, si volverán o no a mi pequeño hospital, preparo mi cama a las ocho y treinta minutos de la noche, mi sueño no llega tan rápido así que por lo general imagino cosas que nunca sucederán, casi siempre me pregunto qué es lo que hubiera sucedido si yo no quisiera ser doctor, si no hubiera elegido este camino, bueno, eso nunca lo sabré, así que cuando llego a esa conclusión puedo dormir, y así es mi día a día, una y otra vez se repite lo mismo, o eso pensé hasta hace poco.