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Recuerdo que al llegar ni me miraste, fui solo una más de cientos, sin embargo fueron tuyos los primeros voleteos.

Tengo marcada en la memoria la pequeña frase "Tú eres la darks más tierna del mundo". ¿Cómo podía ser eso posible? Claro que podía serlo después de recibir tus cálidas miradas junto a simpáticas sonrisas. Para empezar, me expresaste libertad en cada gesto, a solas.

¿Cómo no pude darme cuenta que hay ascensores prohibidos? ¿Que hay pecados compartidos, qué tú estabas tan cerca?

¿Éramos algo prohibido? ¿Lo crees? Ignorando todos aquellos prejuicios llenos de ignorancia y sencillez, poes yo no lo creo. Luché por no dejarme invadir del veneno frustrante, de voces con mucha crítica por unir nuestras manos. Pudimos crear la mejor cercanía, lo más cerca posible. Tú y yo no. Nuestras almas.

Me disfrazo de ti, te disfrazas por mi. Y jugamos a ser humanos en esta habitación gris.

Aprendo lo que sabes y adoptas mi posición, me encanta la oscuridad y ahora la adoro porque estás en ella. A mi lado.

Muerdo el agua por ti, te deslizas por mi y jugamos a ser dos gatos que no se quieren dormir.

Sé que estoy llegando a algo nuevo, mientras te tengo como guía, no quiero cerrar los ojos, quiero seguir viendo tus movimientos de espalda, de derecha a izquierda, de brazos, y de piernas. Lo más esencial, los movimientos de tus labios junto a los míos. Apretando miradas involuntariamente por seguir descubriendo profundidad.

Mis anclajes no pararon tus instintos ni los tuyos mis quejidos, y dejó correr mis tuercas y que hormigas me retuerzan.

Es aquí donde nada de mi cordura me importa. Dios, tienes el control, dejaré que tengas el control de todos nuestros deseos. En este incendio, podemos seguir.

Quiero que no dejes de estrujarme sin que yo te diga nada. Que tus yemas sean lagañas enganchadas a mis vértices.

Me entrego a ti.

No sé qué acabó sucediendo, sólo sentí dentro dardos. Nuestra incómoda postura se dilató en el espacio. Se me hunde el dolor en el costado y se me nublan los recodos.

Es tu silencio, la más triste escena que puedo vivir después de invadir nuevos espacios y recorrer tanto.

Tengo sed y estoy tragando.
No quiero no estar a tu lado.

No, no podemos separarnos en el regreso. Podemos continuar volando en la misma dirección cariño, quiero continuar sorprendiendo tus momentos, que se convierten en nuestros. Te quiero fuerte, te quiero libre, te quiero mucho, te quiero en locura y cordura, te quiero en mis latidos y no quiero alejarme de tus latidos.

Me moriré de ganas, de decirte que te voy a echar de menos y las palabras se me apartan, me vacían las entrañas.

Por favor no llores, no es justo, no me escribas ni me escuches, que yo me encargo de cargar con todo el dolor. Mi intensidad aparece para dejar fluir lo reprimido por estar lejos de ti.

Fingo que no sé que no has sabido, fingo que no me gusta estar contigo. Y al perderme entre mis dedos te recuerdo sin esfuerzo.

Te extraño demasiado que se nota y es deductible al hablar con cualquier persona cercana, por lo tanto comento algo de lo que me pasa contigo. Te vuelvo a ver y a escuchar pero sólo me queda disimular no quererte de regreso, delante de escenas diversas tengo dudas de lo que puedas estar sintiendo o pensando. Llega la hora de la despedida, y yo de regreso a casa intento disolver cada pregunta sin respuesta, lo cual me provoca cada lágrima. Quedo en ridículo por estar en un bus llorando, para después correr con dolor oprimido.

¡Joder! ¡Las letras me joden! ¡Lloro hasta que dejen de joder! Y el resultado es esto, papeles con letras, sangre y lágrimas.

ME MORIRÉ DE GANAS DE DECIRTE QUE TE VOY A ECHAR DE MENOS.

CARTAS PARA QUÉ!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora