No mires el reloj, ya pasó media vida,
él no va a volver.
Se ha ido,
y con él se ha llevado esa parte de ti que no te deja olvidarlo.
Nunca te dije que tenía miedo de intentarlo,
de que algún día me dejaras en el olvido.
Pero me bastaba con decirte que eras lo mejor,
que eras esa lluvia en el desierto después de tanto calor.
Te extraño,
y sé que no volverás.
Porque aunque estuviste poco tiempo aquí,
me es tan largo tu olvido.
Uno no está donde el cuerpo,
sino en el lugar en dónde más se le extraña.
Y aquí te echo tanto de menos,
que aun te siento presente cada mañana.
Ni siquiera todas las estrellas del cielo,
podrían quitarte de mi corazón.
Todo esto es lo que siempre quise decirte.