Pero vamos, cariño, él no cuenta como infierno,
te gusta como quema.
Te gusta la manera en la que te complica la vida,
en la que sufres por él.
Te sorprende la manera en la que te suelta y te sostiene al mismo tiempo.
Te gustan los problemas y él, era uno.
Era un maldito caos destruyendo todo a su paso.
¿Quién no se enamora de los desastres?
Al fin y al cabo, son naturales y por eso llevan nombres de personas.
Frío como el hielo, pero derritiéndose con una simple caricia de esas que solo tú sabes dar
tan sinceras pero con algo de malicia
Te encanta complicarte la vida y buscarte problemas para hacerla divertida.
Lastímame, tírame, átame
arrástrame, ámame, bésame
ódiame, sostenme, rómpeme
Pero déjame sostener tu mano y nunca soltarte.
Arrástrame al infierno, pero nunca me sueltes.