Capítulo veintiuno

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(Aviso: va a tener muchos cambios de horas y días)

—Brendon no vino, se siente mal.

—No vine por Brendon, bueno, en realidad si pero de otro modo.

—¿Vienes a verme a mi?—preguntó Spencer algo extrañado.

—Si.

—¿Y qué quieres específicamente? ¿Solo hablar conmigo el por qué Brendon no vino?

—Quiero un favor.

—¡Habla Dallon! ¡Me desesperas!

—Bueno, Spencer—le contestó tratando de calmar su irritación—ayuda con Brendon necesito.

—Explicate—dijo como si fuera un capo de la mafia italiana.

—Quiero pedirle que seamos novios—Spencer abrió un poquito los ojos e hizo como que no se sorprendió pero en el fondo gritó como chica de doce años al conocer a su artista favorito.

—¿Y qué tenés en mente?

—No lo tengo claro, por eso te pido ayuda, ¿me ayudarías?

—Claro, obvio, por supuesto, si, como sea, obvio que te ayudaré, estoy muy feliz en estos momentos.

—Yo nervioso, no sé que hacer, solo quiero que sea mi novio.

—Yo también, pero que sea tu novio—formó un corazón deforme con sus manos.

—¿Y qué hago?

—Tengo algo en mente.

—Te escucho.

•••

Brendon siguió enfermo toda una semana, pero por suerte mejoraba, su madre le había dicho que para el miércoles podría volver, lo cual le gusta y a la vez no, le gustaria así vería a sus amigos y a su... ¿Dallon? No sabe aún como nombrarlo porque claramente ellos habían pasado la barrera de amigos hace bastante tiempo, pero tampoco había algo que los hiciera cercanos, como un título, en fin, el deseaba verlos y mucho, pero no deseaba la parte de volver al colegio a soportar a sus profesores que solo lo estresaban mas de lo que puede imaginar.

—Traje tu tarea.

—Gracias—Dallon se la dejó en el escritorio como estuvo haciendo estos días que estuvo enfermo.

—¿Y qué contas?—se sentó en el borde de la cama.

—Ya no me chorrea tanto la nariz—dijo con voz nasal y subiendo los pulgares con una sonrisa.

—¿Tanto? Parecías una cascada.

—Lo sé, estaba usando el celular y de la nada una gotita caía en mi remera.

—Mucho detalle—dijo riendo, si lo había sido.

—Como sea, ya estoy mejor.

—¿Cuándo volverás al colegio?

—El miércoles dice mi mamá que puedo ir.

—Dos días más y ya podremos hacer estupideces.

—Te extrañé—contestó tierno—es decir, nos vemos todos los días, pero no tanto como en el colegio.

—¿Te acordás cuando nos hablamos por primera vez?

—¿Por qué la pregunta? Y si lo recuerdo.

—Solo quiero recordar momentos contigo.

—Me miraste con cara de culo.

—Tú no podías ser tan alegre.

—Sabrás que no es así del todo.

No Idea | Brallon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora