🌸Notas: Voy a tener que escribir esto con una copa de vino en mano debido a lo surrealista que me resulta. En fin.
Zed, ojiplático, se quedo observando al joven en silencio. No terminaba de entender lo que quería decir con aquello.
Shieda por su parte, sabía perfectamente a lo que se refería, por más que quisiera creer que se trataba de una burda broma era cierto; así se lo habían notificado en la improvisada enfermería, donde los más virtuosos en el arte médico ejercían el noble oficio en pos de la prosperidad de la orden.
Kayn había acudido allí tras la cena, visiblemente exaltado por lo que había ocurrido en esta. Lejos de ser un leve percance, el pelinegro se intuía algo más turbio y necesitaba constatarlo. Los médicos, tratando de guardar la compostura con discreción, se habían limitado a tenderle el diagnóstico en mano: su condición se presentaba raramente, más no era imposible, aunque Kayn se tratase de un varón.
Conteniendo la rabia, el pelinegro esperó hasta estar a solas para aplacar su ira. No obstante debía apresurarse si quería llegar a tiempo a su cita con aquel tirano. Aquel maldito y desdichado ser... ¿Cómo sería capaz de mirarle a la cara después de la noticia? Era el único culpable de aquel bochorno, que debía ocultar fuese como fuese.Mas, después del fortuito encuentro, Shieda había optado por revelarle su desgracia: a fin de cuentas su maestro también estaba metido en este entuerto.
—¿Cómo dices, Kayn? —preguntó Zed.
—No me hagas repetírtelo, joder. —Se ruborizó el joven por completo.
—Es imposible. Tan sólo eres un crío —sentenció el maestro.
—¿Crees que me inventaría una puta mierda como esta? —Kayn alzó la voz. No tenía suficiente con la vergüenza, que encima debía justificarse ante aquel malparido.
—Bien —carraspeó Zed y prosiguió—: te ordeno que vayas inmediatamente a la enfermería y abortes a ese engendro.
Sus palabras, claras, fueron una punzada para la integridad de Kayn, quien esperaba al menos algo de amparo y comprensión por parte del tirano. Pero, ¿qué esperar de un ser el cual desprecia a todo el que lo rodea? Siempre había sido así, y así se mantendría hasta el día de su muerte.
—¿Ahora mismo? —titubeó Shieda.
—Sí. ¿A qué esperas? ¿Acaso te da morbo estar preñado de mí? Con lo sinvergüenza que eres no me extrañaría. —Zed se incorporó en el lecho, nervioso.
—¿Por qué me insultas? Sabía que no debería haberte dicho nada.
—Demasiado tarde. La impulsividad te puede, como siempre. Es tu problema, no esperes que yo me haga cargo. Te exijo que lo soluciones cuanto antes.
Shieda resopló. Se negaba a permanecer más tiempo junto aquel infame. Si la conversación hubiese tomado otro cauce tal vez le hubiese confesado que él, hipocondríaco como era, temía ante la idea de someterse a un procedimiento médico. Pero... ¿qué más daba ahora?
Debía aclarar sus ideas, aquella marea pútrida y densa le asfixiaba. Y permanecer más tiempo junto a ese hombre vil sólo hacía que conmocionarlo.—Lo siento —la voz pausada y débil de su maestro llegó hasta Kayn—. Esta situación me supera, pero debo mantener la compostura —dijo Zed, para sí mismo.
—Da igual. Ya no espero nada de un tipejo como tú. Es mi culpa por colarme entre tus sábanas —dijo Shieda alicaído.
—También es la mía por dejarme encandilar por un niñato como tú —sentenció el tirano—; pero la solución es rápida: el procedimiento médico es muy sencillo. A menos que no quieras colaborar; entonces yo mismo te abriré las entrañas.
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Entrañas (Kayn x Zed)
FanfictionOne shot. A raíz del malestar general y la aversión hacia cierto tipo de alimentos, Shieda Kayn descubre el infortunio que ha sembrado la semilla de Zed. Ahora el sombrío gesta un monstruo en su vientre y, aún renegando la abominación, la contrarie...