[Capítulo 3.]

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Bien, en lo que estábamos...

Me quedé helada contemplando aquel edificio que sería mi segundo hogar por el resto de mi preparatoria. Esos escasos instantes que juraba que sólo fueron eso, instantes, en realidad se vieron convertidos en un par de minutos. Hubo un no sé qué, que qué sé yo que me hizo reaccionar de forma abrupta.

Eran las 7:21 de la mañana y ya estaba valiendo gorro, como dicen en mi país. Claro, dicen más feo, pero trataré de reservarlas para un momento adecuado.

Por fin, decidí entrar. Suspiré tratando de tranquilizarme aunque fuera un poco, miré hacia los dos lados de la calle y la crucé fingiendo una sonrisa que portaría cualquier chica segura en ese escenario. Pero, yo no me sentía segura. Remarcando aún más, no tenía una sensación agradable en ese día.

Cuando por fin llegué al otro extremo de la calle, me quité mis audífonos y me propuse comenzar a creerme mis propias mentiras de que todo estaba perfectamente en orden.
Los jardines principales sí que eran concurridos, pero no sabía lo que me esperaba adentro de aquella edificación.

No es por presumir, pero poco a poco y mientras atravesaba aquel lugar para llegar a mi destino, fui levantando ciertas miradas y se sintió bien. Esa sensación no duró mucho; o por lo menos, no lo suficiente. Me topé con la puerta principal del sitio y me obligué a mí misma a entrar de una vez por todas.

Diablos, aún recuerdo lo que presenciaron mis ojos en ese momento y se me revuelve el estómago una vez más; pasillos que, transformándolo en metáfora, vomitaban alumnos. Y yo estaba a nada de hacerlo también, sólo cambien los alumnos por deliciosos y especiales Hot Cakes.

Por suerte, vi un letrero de baño no muy lejos de donde estaba. Ahora la misión era atravesar desapercibida por esa creciente multitud.
Me escabullí, sigo sin saber cómo lo logré, pero lo logré y estando justo adelante de aquella puerta, la misión falló inesperadamente.

(?) -¡ANGIEEEEEE!
Mierda.
Ese grito atravesó el pasillo entero, justo cuando menos lo necesitaba. Giré y todos me contemplaban curiosos, notando la presencia de, al parecer, la única chica de nuevo ingreso.
De pronto, el eco de esa voz en mi mente, me trajo recuerdos gratos pero ligeramente borrosos de un par de años atrás. ¿Neferet?
Una morena alta realmente atractiva, surgió de entre la multitud y corrió a abrazarme. Efectivamente, se trataba de Neferet. Esa chica fue parte de mi generación de jardín de niños. Los mejores cosas llegan sin esperarlas... Realmente me dio gusto encontrarla ahí, pero, estaba más confundida que en condiciones de un reencuentro totalmente agradable.

Era una chica bastante popular, y ese lugar, seguro no era la excepción.
-Neferet: ¿Y ustedes qué miran? ¿Jamás habían presenciado un reencuentro de amigas de toda la vida o qué?
Se dirigió a toda esa multitud, acto seguido, todos giraron en direcciones opuestas y comenzaron a avanzar.
Nope, ese colegio tampoco era la excepción.

Aquella vieja amiga, se volvió hacia mí y enseguida se apresuró a meterme al baño. Me sostuve de donde pude, mis piernas se tornaron débiles y sin una buena coordinación entre ellas. Me tomé la frente y cerré los ojos. Cuando por fin pude abrirlos, me sorprendió el ver una botella de agua y una pastilla para mareos en cada mano de aquella persona bastante importante en mi vida. Las tomé de sus manos y me apresuré a tragar aquellos dos pequeños salvadores del momento. Cuando tomé hasta el último trago de aquella botella, la miré fijamente y le sonreí. Ella me devolvió la sonrisa con ternura y me abrazó de nueva cuenta mientras reía ligeramente diciéndome que esos pequeños ataques de algo extremadamente semejante al pánico escénico, eran parte de mí. Y tenía razón.

Iba a responderle, pero me sentí débil por segunda ocasión y caminé para alcanzar a apoyarme en el lavamanos. Pasé un momento con los ojos cerrados y sin abrirlos aún, abrí el grifo de agua fría y me mojé la cara. Eso me alivianó.
Me erguí y me miré al espejo. Ya todo estaba en orden.
Ahora sí, giré y la abracé con todo el entusiasmo acumulado del momento y ella me correspondió instantáneamente.
Finalmente, hizo la pregunta.

-Neferet: Cuánto gusto en verte, Angie. Pero, ¿qué haces aquí? Creí que tenías un mejor lugar para estudiar y comenzar con el plan de vida tan asombroso que tienes. Me sorprende, ¿por qué no me dijiste que entrarías aquí? Hubiera ido por ti a la entrada y estoy casi 100% segura que nos hubiéramos evitado todo esto.
-Angie: Pues, originalmente sí lo tenía, pero pasaron unas cuantas situaciones incómodas entre mi familia y optamos por este lugar, aunque ya fue meramente el último recurso a nuestra disposición. Y bueno, seguramente sí lo hubiéramos evitado, pero creí que el que estuvieras aquí sólo era un rumor.
-Neferet: Lo siento, cualquiera fueran esas situaciones. Y bueno, también fue un último recurso. Digamos que no he tenido un muy buen registro de conducta en mi expediente y aquí no lo pedían.
-Angie: Ya veo, explícame un poco cómo está organizado aquí.
-Neferet: Lo haré con gusto, cuando tengamos tiempo. Tenemos que ir a clases, ya es tarde.
-Angie: ¡Maldita sea! Justo lo que me faltaba. Creí que por lo menos una vez en mi vida, podría ser puntual.
-Neferet: JAJAJAJAJAJA. Eso a ti no se te da ni por favor, lo mejor es que el profesor que tenemos, es aún más impuntual que tú. Vamos, apuesto a que aún no llega.
-Angie: No sé si alegrarme o molestarme por la impuntualidad del maestro, pero, ¿cómo que "el profesor que tenemos"? ¿Voy en tu salón? ¿No que no sabías que estaba aquí?...

Mientras abría lentamente la puerta que nos llevaba al pasillo, echó la cabeza hacia atrás por la risa, me indicó el paso y me contestó en tono burlón:
-Neferet: Te falta mucho por aprender, nena. Gracias al señor que estoy aquí para ayudarte con eso, pero, no es un colegio tan grande como crees; sólo hay un salón por grado, es inminente que vamos en la misma clase.

Me sorprendió ese dato, ¿cómo era posible que se vieran como tantos, entonces? Estaba totalmente boquiabierta mientras esa vieja amiga me encaminaba al aula que nos asignaron.

Sin duda sería un día donde aprendería mucho y me llevaría grandes sorpresas.
Y conocería mucha gente.
Y estaba en la mejor disposición para todo, pero en realidad no sabía lo que estaba pidiendo...

Lo peor y mejor que me ha pasado se acercaba y yo ni siquiera lo sabía.

Ayuda, por favor.

One in a lifetime.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora