Capítulo 4

3 0 0
                                    

-Te quiero. Hablamos luego. -le doy un beso en la mejilla a Mirella y salgo del apartamento con el libro en la mano con el propósito de ir a leer al parque.
Si ahora mismo me encontrase con él, no sabría qué decir o qué hacer, ya que hace 3 semanas que no le veo. Me he preguntado miles de veces a mí misma dónde estará haciendo qué con quién y por qué.
     Cuando he llegado al parque, he ido directamente a sentarme al banco. La verdad, llevo 15 minutos intentando contentarme en leer y adentrarme en la historia, pero lo único que hago es estar pendiente de si hay alguien a mi alrededor. Cuando por fin me concentro, y empiezo a leer, el tiempo transcurre rapidísimo. Ya estoy leyendo la página 200, es decir, que me quedan a penas 20 o 30 páginas para terminar el libro. Miro el reloj, viendo así que llevo aquí 3 horas y media sentada, y nada... nada de nada. No está... qué decepción. Continúo leyendo hasta acabarme el libro. Lo cierro y lo guardo en mi bolso. Me ha encantado
-¿Cuánto tardaste en leerlo? -murmura alguien a mi lado.
Aparto la vista del libro para mirar hacia delante. Cuando menos lo esperaba, aparece él... qué felicidad volver a verlo. No puedo evitar poner una sonrisa de oreja a oreja cuando le miro, así que así sucede.
-Te eché de menos. -digo sin remordimiento.
-¿A sí? -pregunta enarcando las cejas.
-Así es... ven siéntate. -le ofrezco amablemente.
-¿Te gustó el libro? -murmura mientras se sienta a mi lado.
-Así es. -rebusco por mi bolso para coger el libro y entregárselo.- Aquí tienes. Muchísimas gracias. Gracias a ti he descubierto uno de mis libros favoritos. -una gran sonrisa de oreja a oreja invade mi cara.
-¿Enserio? -ríe tiernamente.- Te lo dije, ¿o no?
-Así es. Tenías toda la razón del mundo. Toma, cógelo. -repito.
-Me haces un favor.
-Sí, claro. Dime.
-Quédatelo... por favor. -pide con una pequeña sonrisa.
-¿No lo quieres? -pregunto extrañada.
-Sí, pero quiero que lo tengas tú hasta dentro de mucho tiempo. Ya me lo devolverás algún día. Así tendrás siempre una quedada pendiente para devolverme el libro. -sonríe.
Qué tierno.
-Pero si es posible, no me lo entregues hasta dentro de mucho tiempo. ¿Vale? -me guiña un ojo.
Sin pensarlo mucho respondo lo primero que me viene en mente.
-¡Por supuesto! -respondo con una amplia sonrisa en la cara.- Oye por cierto. ¿Cómo te llamas? -pregunto con cierto interés.
-Luis... encantado de conocerte. -ríe a carcajadas.- ¿Y tú?
-Carla. Encantada. -río a la vez que él.
-Carla, este rato que he pasado contigo ha sido espectacular, pero... debo irme a casa. ¿Esta semana nos veremos por aquí? -dice mientras se levanta del banco.
-Claro, ¿por qué no? -sonrío y le miro directamente a los ojos sin apartar la vista.
-Hasta luego entonces. Buenas noches. -esboza una pequeña sonrisa.
Se levanta del banco y comienza a caminar. Observo cómo se va alejando poco a poco. Se me va la sonrisa de la cara, porque ya se fué.

El Chico Del LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora