CAPITULO 3: La Shikon

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-*Esto esta pasando de verdad.*- una voz femenina apareció en mi cabeza. Ese debía ser mi subconsciente.

*El subconsciente nunca miente...¿ESO ES REAL? Entonces, la chica debe ser...KAGOME.*

Quería hacer algo, de verdad que quería, pero...¿Que podía hacer yo? ¿Causar mi muerte?

Sin mas opción, me subí a la copa de uno de los arboles mas cercanos, observando la escena que se mostraba ante mis incrédulos ojos.

Mis ojos iban a gran velocidad, observando, analizando todos los movimientos del tipo Lobo.

-*Ese monstruo no es bueno*- me advirtió mi subconsciente.

Inesperadamente, uno de los tentáculos de esa...cosa se dirigía hacia donde yo estaba. ¿Como se había dado cuenta?

Rápidamente, esquivé el tentáculo de ese ser.

Ahora que lo veo mas de cerca, esos tentáculo a tenian forma de raíces de árbol.

-Hay alguien mas.- determinó el enmascarado. Su voz me producía escalofríos. Sentía un malestar emocional, y no sabia por que.

Me vi obligada a cambiar mi escondite a otro árbol, ya que el tipo me perseguía con un tentáculo, mientras luchaba con el Platinado Escarlata.

-Es una chica de mi mundo...- divisando ya quienes eran los buenos y quienes eran los malos, me dejé caer escondida en unos arbustos, detrás de donde estaba Kagome.

-Kagome, supongo.- me levanté, dejando verme entera.

Salí de entre las ramas, justo cuando la espada del Peliplata Escarlata le cortaba la cabeza al Lobo.

Toda la construcción del Lobo (los tentáculos y todo) desaparecieron en el aire, y, donde estaba ese monstruo, solo quedó una especie de muñeco raro de madera, con un pelo negruzco enredaderas en él.

-Solo era un simple muñeco.- la que iba vestida de cazadora maldigo en voz alta.

-¿Y tu quién eres?- el Peliplata Escarlata se giró hacia mi.

Un dije de miedo me atravesó el corazón. Ese tipo me recordaba a alguien...

-Emmm, es un poco complicado de explicar.- ¿Que les iba a decir? ¿Que me caí por el pozo de una casa ajena?

-¿Por que estabas en el santuario de mi casa?- demandó Kagome, con amabilidad.

-Soy Yukiko Matsu, me mudé a Japón en verano, y cada vez que voy al instituto pasa por delante de tu templo. Me daba curiosidad el árbol...- empecé a relatar.- Y luego un niño vino con que un Buyo se había metido en el santuario.- Kagome río levemente.

-Buyo es el gato de mi familia. Aunque yo también llegue aaqui por intervención de Buyo.- Kagome me animó con la mirada a seguir.

-Sin saber como he aparecido aquí. ¿A caso he echo algo mal?- sin poder evitarlo, mis ojos se negaron de lágrimas.

-Si ella ha sido también atraída hacia aquí, debe tener alguna relación con este mundo. ¿Otra reencarnación?- pregunto el monje en voz alta, sin respuesta alguna obtenida.

-Algo debe estar mal, debo regresar a mi casa.- dije decidida, pero algo me retenía.

Era como si algo me retuviera en ese mundo.

Mis ojos se abrieron a gran medida, mientras me giraba hacia el bosque, repentinamente.

-Hay alguien, ahí.- sentencié yo, señalando un lugar especifico del bosque.

-¿Sucede algo, Inuyasha?- preguntó Kagome, tensando su arco.

Así que el Peliplata Escarlata se llamaba Inuyasha.

-Kikyou.- del bosque, unas ¿Serpientes? azuladas, con unos objetos amorfos en sus patas, elevaban a una joven, vestida de sacerdotisa.

Esa joven tenia el de un Angel, piel de porcelana, pero, su mirada, no reflejaba nada. Ni pena, ni soledad, mi horror, mi miedo.

*Los ojos son el reflejo del alma. Esa chica no tiene alma. ¿Como es posible que este viva?*

-*No lo esta. Esas serpientes son los CaptaAlmas. Le dan a la sacerdotisa las almas de las mujeres muertas.*-

*¿Como sabes tanto?*

Mi subconsciente me abandonó.

-Kikyou.- esa sacerdotisa, su nombre me resultaba familiar. Su rostro, su forma, era muy parecida a la de Kagome.

-Yumiko. Tu estabas muerta.- se oyó la clara y transparente voz de Kikyou en el aire, después de desvanecerse.

-¿Yumiko? Yo soy Yukiko...- a lo mejor se habrá confundido.

-¡Ahora recuerdo por que me resultabas tan familiar!- la voz de la cazadora me sorprendió.-Cuando Kikyou murió, la Shikon no desapareció con ella, así que se la entregamos a Yumiko, una sacerdotisa que nos recomendaron. La perla en sus manos emitia un brillo tan puro...- por mi mente, paso una chica IGUAL a mi, que sujetaba una perla entre sus manos.

-¿Que le paso a la chica?- preguntó Kagome con interés.

-La chica murió a manos de un demonio. Un zarpazo en el pecho, dicen aue fue.- en mi mente, en un amanecer, la chica llamada Yumiko estaba esperando a alguien, cuando le atravesaron el pecho con unas zarpas.

-Lo veo...- susurre convencida. ¿Por que veo esas cosas?

-Kagome, dame la Shikon un momento.- ordenó Sango, la cazadora. Cuando la tuvo, me la puso en las manos.

La perla, antes rosada, emitio una luz blanquezina encisadora. Nunca hbaia visto nada tan...luminoso.

-Si,esa es la luz de Yumiko.- Sango tenia una sonrisa en el rostro.

-Esa cosa atrae demasiado la atencion, con tanta luz. Kagome, tu eres la legitima propietaria. Yo no quiero saber nada de esto.- todo eso me pasaba por culpa de ese gato Buyo.

Si, puede que si. O que Buyo fuera un enviado que me envio a este mundo a cumplir una...¡QUE GILIPOLLADAS DIGO!

Le tendi la cosa esa, que ni siquiera llegaba a la mitad, a Kagome, la cual recupero su luz natural, creo.

-Yumiko tuvo la mis a reaccion cuando se lo ofrecimos por primera vez. Cuando vio que ya nadie lo podia haver, entonces acepto el cargo.- reconoció Sango.- Fue ella quien le entrego la Shikon a Kikyo.

Esta noche, me desperte, como siempre, en el amanecer, contemplando la maravilla de paisage que habia en esa zona temporal.

La belleza del paisaje no tenia nada que ver con lo que veia desde mi balcón. Si fuera posible, me llevaría una porción de ese maravilloso cielo, llebo de anaranjados y malvas colores, casi coralines, conmigo a todas partes.

-¿Que haces despierta, Yukiko?- la voz de Shippo (el zorro pelirrojo monisimo) me sorprendió.

-Siempre me despierto justo cuando sale el amanecer.- una suave brisa soplaba contra mi, haciendo que unos cuantos cabellos se me fueran al rostro.

-Vaya...es muy lindo. ¿A caso tienes una de rsas cosas que hacen ruido y te despiertan para ver el amanecer?- Shippo parecía un niño pequeño, preguntando por una de esas cosas que ni tu misma sabes como responder.

-La verdad, no. No se como lo hago, pero en todos los lugares, me despierto justo para el amanecer. Cada día.- el viento se estaba empezando a hacer molesto.

Sentí unas manos, calientes, rodeando mi cuerpo. Una mata de piel auténtica de perro, confeccionada en forma de bufanda, me acariciaba el rostro, mientras una chica, idéntica a mi, pero con un traje de sacerdotisa hermoso, se arropaba a ese calido cuerpo masculino.

Busqué ese mismo calor, a mi alrededor. Sentía como unos brazos invisibles me arroparan, mientras mi rostro parecia descansar en una almohada echa de pelo de perro.

Y ambos veían, completamente absorbidos, el precioso amanecer que se alzaba ante ellos

Eternamente (Sesshomaru y tu)Where stories live. Discover now