dos.

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-Mark-

Te sientas a mi lado, me saludas y yo -temblando un poco- lo hago también, me quedó observando tus marrones ojos, tu castaño pelo, y tu hermosas facciones. Me dices algo, pero no contesto. Lo repites, pero se me es difícil reaccionar. Te preocupas y me das un suave golpe en la cabeza. Reaccionó con algo de dificultad, te ríes de mí, y te dejo burlarme, para permitirme disfrutar de tu suave risa.

Pero como en un abrir y cerrar de ojos, todo cambia.

-¿nos vamos, mi amor?-. Sus ganas por recalcarme qué le perteneces se notan en su hablar.

Y tú, como perro fiel, asientes. Para luego irte, sin siquiera despedirte de mí.

no tienes derecho a jugar con mis sentimientos

No tienes derecho {Markson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora