one

656 77 8
                                    


Sus párpados luchan por no cerrarse y dormir una buena siesta. Sabe que está materia es importante porque tendría un exámen la próxima semana.

— Tradicionalmente se consideraba que la época de la Antigua Grecia finalizaba con la muerte de Alejandro Magno en el 323 a. C., dando comienzo al período helenístico
-la voz de docente se oía tan lejana-

Algo que Bill odiaba eran las clases de Historia, bueno, no era tan así. Odiaba al profesor que hacía la clase tan insoportable, con su voz cansina y su actitud de "solo estoy aquí por la paga". Solo escuchaba hablar no entendía para nada lo que decía el profesor.

Se sobresaltó cuando una de las grandes manos del profesor golpeó su mesa de trabajo

— Como decía Cipher... Cambie el examen por un trabajo. ¿Esta usted de acuerdo?

— Si, claro que sí -contesto algo aturdido-

— Bien, cómo estuvo atento también está de acuerdo con que las parejas del trabajo las elija yo

Bill frunció el entrecejo. ¿Cuando mencionó que el trabajo era en parejas?

— Comenzamos. Mabel Pines con Pacífica Northwest. Dipper Pines con Bill Cipher. Candy...

Bill no entendía nada, ¿Dipper Pines?. Ese chico no era muy de su agrado, no era para nada de su agrado, se había peleado algunas veces con el, porque el imbécil se creía el defensor del mundo y no le dejaba jugarle bromas a la gente.

Para el castaño no eran simples bromas, Bill humillaba a la gente.

Escucho el chirrido de un pupitre arrastrando hacia su lado.
Miró ahí y vio al castaño con su extraña cicatriz en la frente. ¿Que se creía? ¿Harry Potter?

— No creas que es de mi agrado tener que realizar el trabajo contigo -comenta el castaño- ¿En mi casa o en la tuya?

Era obvia su respuesta, no iría a casa de un desconocido. Además que Phill su hermano tampoco le gustaría la idea que su hermano saliera.

— En mi casa a las 16:00. Vivo en la casa celeste que esta...

— Creo que se dónde es. Es al lado de la casa de es niño raro Gideon

— Exacto

Ninguno de los dos dijo nada más. Ambos deseaban el toque de la campana.
Aunque no lo deseaban tanto, vamos, no todos los días te sientas con un chico tan guapo.
Para Dipper, el rubio era de una actitud un poco infantil e insoportable pero su belleza lo compensaba. Rubio, como hazel y un cuerpo con caderas estrechas.
Y para Bill, el castaño no era feo. Lo encontraba raro, siempre con libros de fantasía y paranormal, admitía querer tocar su cabello ahora que lo veía de cerca solo para arreglarlo, además admiraba que Dipper tenía un arete, llevaba gorra, y un tatuaje, cosas totalmente prohibidas en el instituto.

(...) (16:03)

Bill se miraba al espejo con una sonrisa. Le encantaba como se veía.
Una falda rosa con un sweater gris brillante y zapatillas blancas.
No era algo anormal, en su casa su familia estaba acostumbrada a verle de ese modo.
Su guardarropas está divido, la mitad con faldas, ropas de color pastel y la otra mitad con ropa de chico popular, como el le llamaba.

• Misma hora•

El castaño tocó el timbre, el cual tenía una agradable melodía.
Un hombre algo mayor, rubio con algunas arrugas, abrió la puerta.

— Hola, busco a Bill. Quedamos por un trabajo.

— Oh, hola, soy su padre. Sube las escaleras y segunda puerta a la derecha.  Supongo que la reconocerás enseguida la puerta tiene escrita su nombre.

Asiente con la cabeza sonriendo.
Sube las escaleras. La primera puerta decía <<Will>> con letras celeste pálido.

<<Tiene hermanos>> Pensó Dipper.

A unos pasos más estaba la habitación que le indico el señor hace unos instantes.
No iba a golpear, vamos, el chico debía estar esperándolo con todo para el trabajo listo.

Abrió la puerta sin vacilar. Sus ojos se abrieron de par en par mirando de arriba a bajo al chico que están popular.

Llevaba falda y un sweater que se parecía al de su hermana.

El rubio se había sonrojado y chilló, lanzándose una almohada.

— No es lo que parece -explico tartamudeando- Mi... Mi hermana es diseñadora y me usa como modelo, ya sabes...

El rubio se apoyó en el espejo tratando de darse un aire masculino.
El castaño sintió unos paso atrás de él. Un chico pelirrojo se acercaba a la habitación de Bill.

— Joder, Bill. Deja de pedir tantas faldas al extranjero. Es molesto porque yo tengo que recibirlas.

El pelirrojo tiró un paquete de papel café, ya rasgado, dejando ver una falda celeste.

El rubio le miró con odio.

— Creo que hablé demás. Adiós

Salió a paso rápido de la habitación.

— ¿Hermana diseñadora, eh?

— Eh... ¡Hey! Esto no importa, estás aquí por un trabajo -hablo Bill con falsa seguridad-

— Claro que no me importa... Pero supongo que a las personas del instituto sí.

La cara de Bill perdió el color. No. Definitivamente nadie podía enterarse. Le había costado ganarse el respeto de los demás atletas y de los demás, no lo perdería por un estúpido chico guapo.

— Haré lo que quieras Pines. Sólo no digas nada. Por favor. Cualquier cosa

Muchas cosas pasaron por la cabeza de Dipper. El solo bromeaba no pensaba contar a nadie lo de Bill pero jugarle una broma no estaría mal, el rubio le hacía bromas todo el tiempo a mucha gente. Sería algo así como un vengador.

— ¿Cualquier cosa? ¿Estás seguro?

El rubio respondió un inaudible sí.
Entonces el castaño se coló a la habitación y cerró la puerta con seguro. Camino a paso lento y tomó asiento en la cama.

— Harás todo lo que yo te pida hasta que finalice el año

— Pero...

— Has dicho todo lo que yo quiera y quiero que me obedezcas por un año.

Estaba que explotaba de la risa, no entendía como el rubio no captaba aún que era una broma.

— Sí

— Bésame

El rostro de Bill se descolocó, sus mejillas se tiñieron de rosa. Pines estaba completamente loco.

— Claro que no...

Unas carcajadas se escaparon al castaño y luego paro con un semblantes tono serio.

— Házlo

Cuando vio al rubio acercarse quiso detenerle y indicarle que todo era una jodida broma que a él no le incumbe sus gustos. Pero algo lo detuvo, algo en el se negaba a decirle que pare. Quería sentir los labios del rubio consentido del instituto.

Los labios del rubio se  posaron sobre los de él sin moverse, unos escasos segundos.

Le había gustado besar a Bill. Sus labios sabían a cereza, ¿Usaría algún bálsamo labial?. Entonces reaccionó, había besado un chico y además, le gustó.

— El trabajo lo hacemos otro día

Y salió casi corriendo de la casa del rubio, con el corazón latiendo demaciado rápido.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 12, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

SkirtsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora