Estoy frente al espejo y observo detalladamente a la chica que me observa a través de él. Le sonrío ampliamente y comienzo a palpar mi vestido, delicado y elegante; me confundiría con una modelo de revista ¿Quién lo diría? Aunque estoy un poco gordita.
—¡Te ves hermosa! —Chilla Susan.
—Te tomo la palabra —volteo a verla—. Estoy muy nerviosa Susan. —Digo con lágrimas amenazando con salir.
—¡Ni se te ocurra llorar! Arruinaras el maquillaje que tanto me costó hacerte para que estuvieses presentable, déjame verte bien.
Susan comienza a palpar mi vestido, me detalla el maquillaje dándome retoques donde falta y me ayuda a colocarme la rubia peluca que tanto me insistió que me colocara, ya que según ella, las personas en esta casa me conocen tanto que se darían cuenta en el mínimo detalle que soy yo disfrazada, así que acepté utilizarla. Susan me hace dar miles de vueltas para que cada detalle este perfecto hasta que un grito me hace asustar.
—¿QUE COÑO ES ESO? —Grita señalando mis zapatos.
Bajo la mirada hacia mis pies y mis mejillas comienzan a arder. No tenía precisamente pensado llegar a la fiesta con tacones.
—Mis Converse de la suerte —Respondo sonriendo como una niña inocente.
—¡No, no y no! No irás así a la fiesta, estas cagando el hermoso vestido ¡tienes que usar tacones!
—No, eso no Susan. Olvídalo —Me niego agitando mi mano.
—No dejaré que vayas presentándote así ¿Qué dirán las personas? Una “ricachona” no usa esas zapatillas.
—No usaré tacones, además —comienzo a bajar mi voz—. No sé caminar en ellos…—Culmino en un hilo de voz.
Susan me observa y luego comienza a reírse de una forma que da un poco de miedo, se deja caer en la cama mientras sigue riéndose como una loca y yo solamente la observo con mi cara inexpresiva porque de verdad no le encuentro la gracia a todo esto.
—No sé de qué te ríes Susan, pero yo no lo encuentro la gracia. —Le corto la emoción.
—Ay, mi Hellie —Dice limpiándose una lágrima—. Es que no recordaba ese asunto.
—Pues ¡qué bueno que te lo recordé! —Dije sarcásticamente colocando ambas manos en mi cintura.
—Ven, Helen. Déjame enseñarte —Comienza a acercarse a mí y la detengo.
—No Susan, gracias. Dejémoslo así, además, ni se nota, el vestido me cubre los pies.
Aliso mi vestido bruscamente y comienzo a caminar hacia la puerta fingiendo indignación y estar ofendida ante Susan, ella me detiene tomando mi brazo.
—Espera, no puedes salir así. —Me extiende mi antifaz—. Se darán cuenta de que eres tú, procura no dejar que nadie te lo quite.
Sonrío ampliamente y le salto encima abrazándola fuertemente.
—Gracias amiga, te amo —susurro.
—Y yo te amo a ti, Helen —Susurra igual y luego me mira a los ojos—. Cuídate por favor, y no te metas en problemas.
—Estaré bien. Adiós —Susurro lanzándole un beso al aire y saliendo de la habitación.
—Adiós.
Salgo de la habitación dejando a una preocupada Susan observar mientras me alejo. Yo sé que Susan no quiere que yo esté en esa fiesta y quiere hacer todo lo posible por impedir que hable con Joseph y más haciéndome pasar por otra persona. Pero esto lo he estado planificando desde hace mucho tiempo y no puedo dejarlo pasar de hoy. Lo sé, estarán pensando ¿Por qué no le hablas siento tú? ¿Por qué fingir ser otra persona? Fácil, porque Helen Hart no tiene el valor de colocarse frente a Joseph Parrish vestida de servidumbre y decirle: “Te amo, estoy enamorada de ti desde que llegaste a esta casa, desde que era una niña”.
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CENICIENTA SIN TACONES
RomanceHelen Hart es una chica sencilla, graciosa, luchadora y trabajadora, que siempre trata de ver la vida desde su punto más positivo. Helen, luego de quedar huérfana siendo una bebé, es criada por su madrina quién es la principal ama de llaves de la Ma...