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Durante el vuelo traté de evitar pensar en la tristeza que me daba separarme de mi mamá. Nuestra relación siempre ha sido muy cercana. Mis padres se separaron cuando yo tan solo tenía siete años, era hija única y en ese momento una gordita cachetona. Según mi mamá, papá era insoportable y según él, vivir con mamá era un suplicio. Así que un día solo decidieron que serían amigos. 

Desde ese momento yo me fui a vivir con mi mamá y nos convertimos en mejores amigas; al principio visitaba seguido a papá, pero con el paso del tiempo y posteriormente el trabajo de mi mamá, mi relación con él se fue enfriando, sin embargo el amor del uno hacia el otro seguía presente. Ahora estoy a punto de cumplir 18, aunque parezco un poco mayor, practico danza moderna desde los 10 años, eso ayudó a que desparecieran un poco los cachetes y se convirtió en mi gran pasión.  

Bajé del avión, recogí mis maletas y me dispuse a esperar a mi papá. Luego de un momento de mirar hacia los lados lo vi. Venía caminando hacia mí, agitó sus brazos y corrió a abrazarme. Me sentí muy feliz de volver a verlo, y a él se le notaba el mismo sentimiento en sus ojos, luego de preguntarme cómo había estado el viaje y de ayudarme a poner las maletas en la camioneta nos fuimos camino a casa. 

Mi padre se llama Miguel, es músico y sicólogo. Desde muy temprana edad descubrió que su pasión era la música, sabe tocar la mayoría de los instrumentos musicales pero su profesión es el saxofón. Con el paso del tiempo se dio cuenta de que la música podía sanar y ser una terapia para las personas que pasan por situaciones difíciles, por eso decidió estudiar sicología y ahora combina estas dos profesiones. Él también fue mi primer profesor de piano, y quien me acompañó a mi primera clase de danza moderna. 

Durante el camino nos pusimos al día sobre nuestras vidas, me contó que su relación con su novia, Ximena, iba viento en popa y estaba pensando seriamente en casarse con ella. XImena y mi padre llevaban siendo novios un par de años, al principio mi papá no quería nada serio, pero de un momento a otro se enamoró de forma tal que le pidió que formalizaran su relación y se fueran a vivir juntos. Sin embargo no había tomado la decisión de casarse, cosa que para mí no era necesaria, pero para Ximena era indispensable, según lo que me había contado él.  

Me enteré también de que ahora era socio de una compañía que se dedicaba a realizar shows con artistas importantes, y al parecer les estaba yendo muy bien. Junto a un par de amigos había creado la empresa un año atrás, y según me contó, sus eventos se estaban volviendo los más populares en Los Ángeles, llegando a tener invitados muy famosos. 

También hablamos de mí, seguía practicando piano cuando no me dedicaba a la escuela y a la danza, que eran mis prioridades. No tenía novio, había salido con un par de chicos durante unos meses pero nunca nada serio, en realidad mi vida nunca había sido de romances, ni de emociones fuertes, pero tal vez todo estaba a punto de cambiar. 




El socio de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora