Andrés y Andrea siempre se acompañaban para llegar a sus casas, ya que vivian uno en cada calle pero juntas.
Hoy, Andrea estaba más agitada de lo normal y Andrés sabia por que.
-Andrea, tranquila, no nos va ha pasar nada. No lo cojimos, ni lo tocamos...-
-No Andrés- lo paró ella -Si que lo cojimos y estoy segura de que nos vieron- Añadió con un tono de temor.
-Pero después lo dejamos en su sitio.
Esa gente, si nos vió ya no nos harán nada, solo somos niños- Trató Andrés de tranquilizarla.
-¿No te acuerdas que nos dijeron que ''esa gente'' va a nuestro instituto o es que tienes alzheimer?-
Andrés, que empezaba a sentir un poco de miedo, le ordenó que se callara. Pero ella no se lo podía quitar de la cabeza.
Llegaron al portal de Andrés, que sacó las llaves y abrió la puerta. Después, este le dijo a la muchacha que se tranquilizara que no debia de temer.
Andrea para no preocuparlo más le contestó que ya no pensaría más en eso. Pero Andrés sabia que mentia. La chica se despidió de el con una sonrisa y prosiguió su camino.
Con el corazón en un puño, Andrea sentia que la miraban o peor que la perseguian y lo sentia desde la salida del instituto. Intentó pensar en otras cosas, como en los examenes o los amigos o en Jose que la invitó el otro dia a un helado y al terminar la cita la besó en su portal. Andrea sabia que desde que miró detenidamente esos ojos verdes, no podria quitárselo de la cabeza y jamás pensó que podría gustarle a él.
Pese a analizar sus pensamientos seguia sintiendo la mosca detras de su oreja diciendole que estaba segura de que la seguian y comenzó a temblar.
Ya oía pasos detrás de ella, ya le pisaba los talones...
Cuando llegó al patio número 43, cogió las llaves y con manos temblorosas las introdujo en la cerradura, y en ese mismo instante dejó de temer por que creía que ya estaba a salvo, un gran error.