La casa estaba allí. No me atrevía a tocar la puerta porque no estaba segura. Temía que me desprecie. De pronto sentí que alguien me rozaba el cuerpo y se dirigía hacia la puerta. Era ella. En cuestión de segundos decidí que era momento de romper el hielo que había entre nosotras dos. Tantos días que me había pasado vigilando la casa no iban a ser en balde.
-Disculpa -dije cuando se disponía a entrar, pues ya había abierto la puerta-. ¿Eres tú Danielle?
Sus ojos verdes se posaron sobre mí durante un instante. Había algo de recelo pero luego de unos segundos, sonrió de manera amistosa, quizás porque había recordado que era obligación suya ser amable con los estudiantes del instituto.
-Sí -dijo-, ¿y tú quién eres?
Trataba de sonar desenfadada, pero había algo de vanidad en su porte que hizo que me intimidara un poco. Sentí que un ligero sonrojo aparecía en mi rostro. Ella percibió eso y la conmovió.
-Bueno -se adelantó a decir-, ¿quieres pasar?
-Claro -musité.
Me sonrió nuevamente, enseñando sus hermosos dientes, que había atraído a tantos chicos del instituto y de otros. Al menos eso era lo que yo creía. La seguí y me invitó a que me sentara. La sala era pequeña pero de buen aspecto, con una pulcritud y un orden que me sorprendió un poco. Olía bien, se respiraba bien; en fin, era lo que yo creía como debía vivir ella. Viéndola me convenció que se lo merecía. Me senté y ella me ofreció una copa de cerveza. Acepté.
-Bueno -dijo ella mientras buscaba una botella en el refrigerador-, ¿qué haces? ¿Estás en un club o algo?
-No -respondí mientras recibía una botella de cerveza-. Yo no... Solo quería pedirte algo.
Se sentó en un sillón a mi costado. Sus piernas bien formadas estaban estiradas hacia mí, con sus zapatillas a unos pasos de las mías. Me distraje un poco en eso, y ella se percató, por lo que retiró sus piernas y las retrajo. Aún no me atrevía a hablar, y ese silencio entre las dos nos puso incómodas.
-¿Qué? -preguntó ella haciendo un gesto de impaciencia, pero a la vez con una sonrisa animándome a hablar-. Lo que sea, no te voy a comer.
Solté una risita. Y le dije todo. Quería estar en el equipo, y ella era la única quien podía mediar a mi favor, de hecho la única quien podía tomar la decisión de incluirme. Era lo que más quería. Siendo yo una chica introvertida, sin amigas populares y, por tanto, sin chicos que pudieran admirarme e invitarme a salir con ellos, mi vida era realmente patética. Quería ser como el resto, disfrutar del instituto y del último año en el bachillerato. ¿Qué sería de mí si me graduara sin hacer amigos que valieran la pena? Pensaba que el futuro de mi vida se decidía en el instituto. Si no lograba entrar en el grupo de las populares, sería una fracasada el resto de mi penosa existencia. Desde luego que todo eso no se lo dije, pero hice lo mejor que pude para darle la mejor impresión. Era obvio que no me conocía, ni como parte de su grupo selecto y cool, ni como parte de las humilladas. Simplemente pasaba desapercibida. Ello me facilitó a que quizás creyera ella que yo era una chica valiosa pero que nadie se había fijado en mí. Esto era mi última carta. Y, vamos, que lo logré.
Luego de hablarle así, ella me sonrió. Me contó ciertas anécdotas suyas, de las fiestas a que iba y las situaciones divertidas y excitantes que experimentaba con los chicos más populares, divertidos y musculosos del instituto. Mientras tanto, yo divagaba un poco, imaginándome al lado de ella y de sus amigas, todas sexis, y compartiendo aquellas experiencias. Estuvimos casi una hora conversando, hasta que se despidió de mí y me dijo que haría lo posible para que estuviera en el equipo de natación.
-Por si acaso -se interrumpió ella antes de que yo cruzara el umbral de la puerta de salida-, ¿no quisieras estar en el equipo de hockey?
Pero no quería. Sabía que era el segundo equipo más codiciado entre las chicas, pero natación era lo mejor. Allí mi éxito estaría asegurado.
-Yo..., pues -respondí-, preferiría natación. ¿Allí estás tú, verdad?
-Ya -dijo, y con una última sonrisa cerró la puerta.

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Mi amiga me secuestra
Mystery / ThrillerUna chica despierta luego de estar desmayada. No recuerda mucho pero lo que siente a continuación la estremece hasta el tuétano: está siendo arrastrada hacia un lugar que no se imagina y por la persona menos pensada.