Parte 1

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Mientras miraba a través de la ventanilla del avión que nos llevaba directo a Argentina, me preguntaba si mi vida en Palermo sería tan miserable y desdichada cómo me la había imaginado dos días antes de partir de casa.

Giré la cabeza hacia el asiento de al lado y vi a mi hermana menor, Mara, dormir con la boca abierta, mientras un fino hilo de baba se escurría por su boca . Por un instante la envidié, yo no pude conciliar el sueño desde que abordamos el avión y durante estas ocho horas de vuelo, me la he pasado despierta con un terrible dolor taladrarme los tímpanos.

Miré a mamá por encima de mi hermana, ella se encontraba en la fila de asientos que estaba al otro lado del pasillo. Me sonrió y gesticuló un "falta poco" que logró aumentar las esperanzas de que pronto me desharía de este insufrible dolor en los oídos.

Era la segunda vez que me subía a un avión. La primera fue para ir a California a visitar a papá, duramos tanto y los oídos me molestaron por unos minutos. Ahora quería arrancarme las orejas y tirarme por una ventana. Tenía el trasero tieso de estar sentada durante tanto tiempo y probablemente tenga menos glúteos .

Volví a observar a mi hermana y deseé estar en su lugar. Ser perezosa al parecer tenía sus ventajas después de todo.

Dos horas después, aterrizamos en el aeropuerto de Ezeiza y esperamos al nuevo esposo de mamá en la parada de autobús que se encargaba de transportar a turistas y extranjeros. Hacía frío y no veía el sol asomarse por ningún lado. estábamos a principios de junio . Mamá nos dio a Mara y a mí los gorritos de lana que nos regalo la abuela en navidad .

Mara: -¿Argentina es así todo el año, ma?-masculló sin parar de frotarse las manos para propinarse calor. Mamá alargó el cuello y barrió el aeropuerto con la vista antes de girarse hacia ella y responderle.

Claudia:-Tengo entendido que dura unos ocho meses-cuando Mara y yo nos empezamos a quejar, mi madre añadió entre risas-: es broma, chicas. Con suerte, estaremos así unos 3 meses del año.

Puse los ojos en blanco y me crucé de brazos para ver si así dejaba de temblar y me calentaba un poco. ¿Se suponía que eso que dijo mamá nos ayudaría en algo? No teníamos ni cinco minutos en Buenos aires y ya comenzaba a extrañar Madrid.

Fue una sorpresa haber recibido la noticia de que mamá se había casado en secreto mientras realizaba uno de sus viajes de negocio. Mara había soltado un chillido de felicidad cuando se enteró y yo apenas podía creérmelo. Aunque esa no fue la verdadera bomba ni lo que me motivó a encerrarme una semana en mi cuarto. Nos mudaríamos a Argentina. Fue como echarme un balde de agua ardiendo en la cara. No me lo esperaba, tampoco me agradaba la idea. Pero mamá estaba feliz. Y al parecer, igual Mara. Mamá había estado sola por mucho tiempo y mi hermana necesitaba una figura paterna presente, no como papá. Aunque aceptar a un nuevo hombre en nuestras vidas sería una de las tareas más difíciles que he tenido que realizar desde entonces.

No tenía ni un segundo sentada en la banca cuando una camioneta negra se estacionó en frente de nosotras. Vi un hombre de cara amable salir del vehículo, en una mano sostenía tres abrigos y la otra al parecer se la tendía a mi mamá, ella la tomó y besó al extraño en la boca. Instintivamente, Mara y yo apartamos la mirada y nos limitamos a observar a un niño de algunos cinco o seis años que le tocaba el trasero a una pobre anciana. No pude decidir cual de las dos escenas era peor.

Claudia :-Chicas...-nos llamó mi madre con su radiante sonrisa, mientras abrazaba al que supuestamente era su esposo- él es Gaston sardelli Sr.. Gaston...ellas son mis hijas, Mara y _____.

Vivamos el momento ( Guido Sardelli y Tu ) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora