Capítulo 1: "Noah"

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"Quizá el problema soy yo" Ese pensamiento rondaba por la cabeza de Noah hace ya varios días. Desde que terminó la serie que venía siguiendo por internet, no le encontraba un buen significado al día a día. Algunos adolescentes llaman a eso depresión post-serie, pero él no sentía que fuese así.

Noah es sólo un habitante más de una aburrida ciudad, Río Cuarto en Argentina, para él no es simplemente "aburrida", sino que si le preguntaran diría algo como "Es un agujero negro en el mundo", ¿esto por qué? Nunca había visto a nadie triunfador salir de allí, excepto un jugador de fútbol, pero ya que los deportes no eran su fuerte eso no le interesaba.

Río Cuarto es nombrada como una de las ciudades más caras del país, famosa por sus habitantes reservados hacia el exterior, y como su padre solía decir, "está lleno de caretas". Caretas es un término de múltiples usos en Argentina, varía según como lo digan o algo así, por un lado podría referirse a una persona que finge ser algo que no es, y por el otro, puede tratarse de alguien con dinero. Las calles de esta ciudad a los ojos de Noah están llenas de personas así, grises, sin sueños o aspiraciones, conformistas de alta sociedad, como él los llamaría. Él no encajaba en todo aquello, él soñaba con ser un escritor reconocido, o fotógrafo, o músico, todo ello. Pero nunca ser un hombre encerrado en un trabajo que no quiere, viviendo una rutina aburrida, viendo la vida pasar, del trabajo para la casa y de la casa al trabajo, sin grandes viajes o sueños cumplidos.

Durante los dieciséis años de vida que llevaba se mantuvo oculto de la realidad detrás de un buen libro o una serie que le llamara la atención, se decía a sí mismo que prefería vivir mil vidas de otros a vivir una como Noah Benetti de Río Cuarto. Y aunque él ponía todo su esfuerzo tratando de escribir novelas e historias que algún día quisiera publicar, veía sus sueños muy alejados, porque la posibilidad de escapar del agujero negro era casi nula.

Retomando, Noah, quien se cuestiona si la causa de su vida aburrida no es la ciudad en la que vive, sino el estilo de vida que él lleva, estaba a punto de tomar la decisión que quizá le cambiaría la vida, aquella tarde de marzo.

Viernes 24 de marzo 2017

Como todos los fin de semana, Noah empezaba su día aproximadamente a la una de la tarde a causa de haber trasnochado viendo alguna serie, con los incesantes gritos de su padre protestando por no levantarse a comer.

- Ya te dije que ya voy - Respondió Noah al quinto aviso de que la comida ya estaba lista, aunque aún ni se había levantado de la cama.

- Papá dice que bajes ya – Su hermana Abril era el sexto aviso, esta vez en persona y parada en la puerta de su habitación.

- Mandó la artillería pesada por lo visto – respondió irónico, aunque su hermana no prestó atención y volvió a fijar la mirada en la pantalla de su celular.

Abril, era dos años menor y el polo opuesto de Noah. Es decir que mientras que él sólo tenía una amiga, ella tenía decenas, ella vestía la mejor ropa que podía y siempre estaba arreglada como para ir de fiesta, él por otro lado se vestía con lo primero que encontraba en su alborotado armario y rara vez se peinaba. Noah era todo despreocupación e indiferencia a la sociedad, pero su hermana desde muy pequeña se preocupaba por su reputación, es más, desde pequeña solía decir que cuando fuese grande sería una princesa, y cuando creció lo suficientemente como para entender que eso no era posible, entonces decidió ser una mujer admirada por todos. Y desde que entró a la secundaría comenzó su arduo trabajo para convertirse en aquella mujer. Sin embargo la entrada a la secundaría no significó lo mismo para Noah, lo único que aportó este cambio a su vida fue soledad, perdió a todos sus amigos de la primaría debido a que ellos fueron a otra escuela, esto sumado a que su madre falleció durante el último año de la primaría, lo convirtieron en una persona aún más introvertida de lo que ya era. Aunque no todo era malo, ya que a pesar de siempre estar caminando en contra a la corriente, nunca caminó solo. Su mejor amiga desde que tenía memoria, Lucía, siempre estuvo con él, lo acompañó y aconsejó en todo lo que él quería hacer, y siempre estuvo muy agradecido de ello.

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