Tenemos miedo a muchas cosas: a la soledad, a la pérdida de una persona querida, fobias a diversos objetos, seres vivos o circunstancias.
Debo admitir que le temo a las despedidas, y lo que ello conlleva. Odio despedirme de la gente y no saber si los veré mañana o si nunca más volveré a saber de ellos.
Tarde o temprano todos nos despedimos alguna vez, pero las peores despedidas surgen con las personas que más nos importan, y sobre todo con distancia de por medio.
Ver a las personas en los aeropuertos o estaciones de autobuses despedirse de sus seres queridos puede ser una escena que te transmite mucho cariño y ternura, ver sus abrazos, besos y alguna que otra lágrima. Pero cuando te toca ser una de esas personas... todo cambia.
Y es que odio el momento en el que te llevo a la estación de autobuses, y saber que nos quedan tan solo unos minutos para que te vayas, tenerte a mi lado y pensar en cuándo voy a volver a ver esa mirada. Decirte "Te quiero", siendo consciente de que es a la única pareja que se lo has dicho a la cara, y que con ella lo sientes de verdad. Besarte, besarte mucho, alargando aquella amarga despedida, diciendote a besos todo lo que no digo con palabras. Agarrarte del brazo cuando está haciendo el amago de salir del coche, para volver a besarla una última vez, y quizás inconscientemente, para decirle con actos que no se vaya...
Y esa tristeza que siento, cuando la veo desmontarse del coche y desaparecer entre la multitud, y no saber cuando será la próxima vez que la vea, porque en pocos minutos la vida puede dar un giro de 360 grados y que todo cambie.
Es de valientes admitir que se tiene miedo, y sí, yo tengo miedo a las despedidas, cuando tú eres la que te vas.
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No es una más, es ELLA.
Teen FictionElla estaba y ya no está. Se fue por razones de la vida o por errores humanos, quien sabe. Cómo decirte que te echo de menos, que contigo a mi lado era más feliz aún. Que te recuerdo cada día, y sonrío tristemente. Que todavía se me acelera el pulso...