Martes... ella odia los martes.
Era un día común para todos, excepto para Emma. Todos los martes iba a visitar a su abuela para una comida familiar. Patricia y Francisco, padres de Emma. Joel, Israel y Gabriel, los hermanos. Y ella, Emma, la única chica en esa familia.
La pequeña Emma viajaba junto a sus padres y hermanos camino a casa de su abuela Teresa. Emma era una niña bastante linda e inocente. La consentida por sus tías y claro, por la señora Teresa.
-Mamá, mira...-Emma señaló un nuevo campo de flores que había abierto hace un par de semanas.-¿Podemos ir?-Francisco la vio por el espejo retrovisor y la pequeña hizo ojitos de borrego a medio morir.-¿Siiii?-Dijo alargando la "i".
-Emma, se nos hará tarde para ir con la abuela. Otro día quizás.-La niña hizo puchero y recargo su cabeza en la ventana del carro observando aquel campo colorido.
-Hey, Emma, ¿te gustan las flores, cierto?-Habló Joel, su hermano mayor de 10 años. Emma asintió emocionada.-Isra, Gabo y yo te traeremos aquí. Lo prometemos.-Emma sonrió ampliamente. Los 3 chicos pusieron la mano en su pecho y dijeron su famosa frase "Promesa de Pimientos" que siempre utilizaban para no fallarse el uno al otro. Emma los imitó, luego todos se unieron en un gran abrazo.
-Chicos, pararemos un rato aquí. Casi se nos acaba la gasolina.-Informó el papá. Los chicos asintieron y Francisco se detuvo en una gasolinera.
-Mamá, tengo ganas de ir al baño. ¡Me anda mucho!-Habló Gabo, de 8 años.
-Anda, ya. Pero rápido que papá casi llega.-Patricia llevo a Gabo al baño.
-Joel, mira, hay un perrito allá. ¡Vamos a verlo!-Israel de 9 años, bajó del auto y Joel fue tras él. Emma se quedó jugando con su muñeca que la abuela Teresa le había regalado en su cumpleaños número 5.
Pero la desgracia esta en todos lados... un trabajador de la gasolinera dejó mal puesta la manguera de gasolina, está comenzó a chorrear haciendo un pequeño camino. Otro auto se detuvo en la otra casilla, el conductor iba fumando y no se percató del líquido tirado en el suelo. Tiró su cigarrillo encendido y como si pasará en cámara lenta... explotó.
El auto voló en mil pedazos, los vidrios de las ventanas fueron a todos lados, pero la mayoría de ellos viajaron en dirección a Emma. Por lástima, Emma había bajado la ventana del carro y los vidrios fueron directo a sus ojos.
El lugar se convirtió en un desastre, los padres de Emma y Gabriel salieron ilesos, Israel y Joel, afortunadamente recibieron el impacto y el susto únicamente, pero la pequeña Emma no logró salvarse.
Gritaba por ayuda, sus ojos sangraban. No soportaba el dolor. Rápidamente los bomberos y ambulancias llegaron al lugar y sacaron a todos los heridos para llevarlos al hospital y hacer todo lo posible por salvarlos.
Los padres de Emma estaban devastados, asustados, tristes. Se sentían culpables al no haber estado allí en el momento justo del accidente cuidando a su hija menor.
Los heridos fueron hospitalizados. Los doctores hicieron todo lo posible por sacar los vidrios de los ojos de Emma. Lo lograron, pero desgraciadamente perdió la vista.
-Tengo buenas y malas noticias.-El doctor se dirigió a la familia Pimentel que se encontraba con los nervios a flor de piel.-La buena es que logramos quitar los vidrios de los ojos de Emma.-Los pequeños suspiaron aliviados.-Pero, lamento informarles que no puede ver.
-¿Esta dormida?-Preguntó incrédulo Gabo.
-No, pequeño. Tu hermana perdió la vista.-Habló el doctor.
-¡¿Qué?! ¡No! ¡Tiene que salvarla! ¡Haga todo lo posible! ¡Mi hermana no puede quedar ciega! ¡No puede!... no puede...-Joel se dejó caer al piso llorando a mares. Israel lo abrazó y el mayor correspondió al abrazo, después Gabo se les unió. Los padres se encontraban con el corazón hecho pedazos. Su inocente y pequeña hija... aún no lo creían.
-Esto es tu culpa Joel. Si tan sólo te hubieras quedado con tu hermana, quizás no hubiera pasado esto.-Habló su madre.
-Pe-pero m-ma-mamá, yo no tu-tuve la culpa.-Sollozó.
-Patricia, Joel no tuvo la culpa. Estás alterada, tranquilizate.
-Sí la tuvo. Él fue, la dejó sola.-Miró a Francisco y luego a Joel.- Tú eres el culpable de que Emma no pueda ver. ¡Tú tienes la culpa!-Su madre se marchó del lugar.
-Hey, Joel, escuchame...-Su padre se puso a la altura de su hijo.-No fue tu culpa, tu madre está dolida, no sabe lo que dice. Lo que pasó fue un accidente, y sí, alguien fue el culpable, pero ese no eres tú. ¿Quedó claro?-Joel asintió, su padre lo abrazó, se separó y fue tras Patricia.
Joel no quería hablar con nadie, había creído las palabras de su madre, se las repetía a cada momento en su cabeza. Con el corazón ya destruido, se sentó alejado de sus hermanos, quienes desde la noticia no habían parado de llorar y sólo se mantenían abrazos el uno al otro.
Por otro lado, Emma se mantenía en una habitación conectada a un montón de cables, con una gran venda alrededor de su cabeza y unos parches en los ojos.
Nunca nadie imaginó la desgracia de una niña de 7 años.
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Sin Tu Mirada | Richard Camacho |
FanfictionElla lo miraba a él como un ciego miraría el mundo por primera vez. Lástima que ella era ciega.