Capítulo III: Te estoy hablando en serio

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Te estoy hablando en serio, Francisco. No es una joda. Escuchame, escuchame… vengo del año 2015. ¡No te riás, boludo! Escuchame: no sé qué está pasando pero no soy el Lucas de este año; a todo esto ya lo viví, normalmente y como se vive la vida. Pero me acosté una noche en el 2015 y no sé por qué pero me desperté acá, en el 2006. Escuchame, boludo, en serio, no te estoy jodiendo. Te lo cuento a vos porque sos mi mejor amigo, aunque en el futuro ya casi no nos vemos...

Lucas está parado en la puerta de la escuela. No sabe si encarar rápido para el curso o esperar a que todos empiecen a entrar. No sabe si saludar normalmente a sus compañeros o pasar desapercibido. No sabe cómo comportarse en ese ambiente en donde alguna vez supo encajar perfectamente y con la tranquilidad de la cotidianidad. No sabe. 

Alrededor de él pululan y se amontonan alumnos conversando, riendo, pasándose cuadernos y fotocopias. Algunos caminan directamente a la escuela, sin saludar ni alborotarse como los otros. Muchos se bajan de los colectivos en manadas anónimas y homogéneas, otros descienden de los autos de sus padres o hermanos y una pequeña porción de la masa estudiantil llega caminando. Todos fluyen como un río blanco salpicado por el color de las camperas de polar de fin de año. Por primera vez en su vida Lucas presta atención al ritual del ingreso escolar: avanzan lentamente empujados por la fuerza de la obligación hacia el interior de la escuela (algunos se rebelan y escapan a los brazos de la chupina, costumbre proscripta y a veces digna de amonestaciones) con los ojos todavía hinchados por el sueño truncado y la boca sabiéndoles a dentífrico. La San Martín avanza ajena totalmente al intruso que todavía está parado en el medio de la vereda y es chocado ocasionalmente por los apurados. La San Martín está lista para un nuevo día de clases. Un timbre corto y rápido indica que ya no hay tiempo para más dilaciones. Lucas debe entrar y disimular o marcharse y enfrentar un castigo por chupinero. 

“¿Lo viste en Luna? Jo-de-me… ¿Qué te dijo?”, “Jugó mal, es al pedo. La línea de tres no sirve para….”, “¡Me agregó, boluda! Al principio no le hablé para no quedar como regalada, pero no lo puedo creer, de dónde habrá sacado mi correo….”, “…y me re olvidé del trabajo de Historia, la vieja me va a clavar un negativo…”, “Es monofónico, pero tiene memoria para cincuenta mensajes y carcasa intercambiable, mirá…”. Las voces eran claras pero la multitud se movía como si Lucas fuese invisible. Carcasa intercambiable. Hacía años que no escuchaba eso, se dijo. 

Segundo timbre, esta vez más largo. Signo inequívoco de que queda poco tiempo para la formación. “Nadie parece darse cuenta de que pasa algo raro, nadie me mira ni parece sospechar nada”, se dice el ignorado viajero del tiempo. “No queda otra”, reflexiona, y comienza a moverse. Respira profundo y da el primer paso, tembloroso y débil. Traga saliva y mira de reojo a toda la masa blanca de personas ahora ajenas pero que en algún momento fueron cotidianas. Avanza hacia la puerta con el mismo miedo que se siente cuando uno es nuevo en el curso, cuando hay que sentarse normalmente en un banco sin conocer a nadie pero participar en clase como si uno y el resto del aula fuesen conocidos de toda la vida. Lucas tiene la misma sensación de extrañeza que sintió cuando entró a trabajar a la empresa de la que es (¿o era, o será?) empleado: ser el nuevo, el no-conocido, el nosotros-nos-conocemos-desde-hace-mucho-pero-vos-recién-entrás-a-la-empresa-y-no-sabés-nada-de-nosotros-y-nosotros-nada-de-vos. 
“Caminan apurados pero sin ganas de entrar. Ése es Luchi y su hermano menor. Si mal no recuerdo me voy a agarrar a pelear con él en Tercero. Ése es Fede, se va a recibir de abogado pero no beso a ninguna chica en la escuela. Quizás por eso ahora anda en tremendo auto y se las levanta con pala. La puta madre, me pisaron el talón… ¡Uh! Fue Marisa, la rica de Primero Cuarta”. 

- Perdón… 
- No hay problema, Mary… 
- ¿Ah...? ¿Nos conocemos? 

“Todavía no, pero ya nos vamos a conocer en el 15 de Rocío López. ¿Habré salido a bailar este finde? Me acuerdo que sabía salir con mis compañeros pero también con los chicos del barrio; no siempre, pero sí cada tanto. Puta madre, me acuerdo de las salidas pero no de las fechas en las que salí”. 

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⏰ Última actualización: Dec 13, 2017 ⏰

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