¡Maldita sea! •NamSeok•

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No me considero cien por ciento heterosexual, jamás he salido con una chica y tampoco me han atraído los hombres hasta ahora.
Mi mejor amigo de toda la vida se llama Kim NamJoon y estoy completamente enamorado de él, pero no tiene ni idea.
Básicamente estamos juntos desde que hemos nacido. Nuestras familias han estado juntas durante años, es algo que me parece más que especial, como si el destino nos hubiese puesto en el mismo camino.
Aún así me siento perdido y sin esperanzas, digo, ¿yo gustarle a él? Mientras más lo pienso más ideas negativas llegan a mi testarudo cerebro.

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—¿Quién es aquel chico?—NamJoon preguntaba con mucho interés.

¿Él? —Le respondió JungKook y el contrario asintió.—Su nombre es Kim SeokJin y va en primer grado.

Todos vimos como se marchaba directamente hacia dónde aquel chico se encontraba almorzando.

—Seguro se muere por conocerlo, ah.—Un sarcástico Yoongi no tardó en hacerse notar. Es el chico más antipático, dormilón, gruñón y rebelde que conozco.

Ha estado enamorado de mí desde hace un par de años, pero es evidente que no puedo corresponder sus sentimientos. Tal vez se siente como yo. Yoongi es precioso detrás de esa fachada de niño malcriado, basta con conocerlo tan bien para darte cuenta que es un ser magnífico.

Únicamente podía observar a Jin y a NamJoon desde mi lugar, no quería decir nada, después de todo están en su derecho. No quiero parecer entrometido ni raro, parecían divertirse, charlaban como si se conocieran hace años. Sí, estoy celoso, pero solo un poquito.

—¡Hey! Creo que tenemos clase.—Nervioso tomé mis cosas lo más rápido que pude.

—¿Te sucede algo Hoseokie?—YoonGi me sacó de mis pensamientos, hablándome con la más dulce voz, parecía un cántico de angeles.

—Nada, terroncito de azúcar.—Reí leve mientras alborotaba su hermoso cabello rubio.

—¡Te he dicho que no me llames así!—Infló sus mejillas pálidas derritiéndonos a mí y a JungKook.

Mientras ellos charlaban me volví a perder al ver a SeokJin y a NamJoon aún muy contentos. Nadie les sacaría de ahí por un buen rato.

¡Maldita sea! ¿Porqué aún no te das cuenta de que me gustas mucho?