Sintió un horrible dolor de repente, como si una parte de ella fuera desgarrada lentamente y lanzó un grito ensordecedor que lastimó su garganta. Trató de moverse, apartarse para que no siguieran haciéndole daño, pero se halló encadenada a la pared por las muñecas. Aquellas bestias que la torturaban se rieron y tiraron de sus alas con mayor fuerza hasta arrancarlas completamente. Su chillido de dolor fue tan alto que ambas criaturas tuvieron que taparse los oídos para que sus tímpanos no reventaran; mientras, sus hermosas alas— de plumas tan blancas como la nieve— cayeron al suelo, marchándose con su propia sangre plateada.
Su vista estaba nublada por el dolor de perder sus alas, y Dios sabe por qué cosas más, pero logró distinguir a su hermano acercarse hasta ella. Le ordenó a sus torturadores que le abrieran su boca y se cortó la muñeca, dejando que un líquido onix goteara al suelo. Entendimiento iluminó la agotada mente de Luzbel y, con ojos desorbitados, forcejeó, tratando de apartarse de aquella sangre como carbón líquido.
—No, Lucifer. ¡Por favor ten piedad! —Lágrimas se deslizaron por su rostro mientras veía su perdición gotear a pocos centímetros de sus labios—. ¡No me arrebates mi Gracia, hermano! ¡TE LO RUEGO!
Él sólo la miró con indiferencia y ordenó que le mantuvieran la boca abierta. Ella intentó forcejear una vez más, pero el dolor de su espalda muy pronto consiguió detener todo deseo de resistirse.
La muñeca de su gemelo se alzó sobre su rostro y fue entonces que aquella sangre malvada cayó entre sus labios, mojando su lengua, dientes, todo su interior hasta que no tuvo más remedio que tragarla o se ahogaría con ella. Quemazón le recorrió el esofago mientras el maldito líquido descendía hasta su estómago. Luego el mundo a su alrededor dejó de existir y sus gritos llenaron cada piso de aquel condenado palacio.
Luzbel despertó de repente, gritando y temblando de pies a cabeza. Había tenido su primer pesadilla, la cual seguramente no sería la última.
Sus instintos actuaron por ella cuando percibió la presencia de un ser a su lado. Se alejó al lado opuesto de la cama en la que se hallaba y emitió un silbido gatuno mientras mostraba sus dientes. Sorprendida por sus propias acciones, tan ajenas a ella, miró sus manos y un quejido escapó de sus labios. Toda su piel ahora poseía el tono grisáceo característico de los cadáveres humanos, sus uñas— largas y curvadas como garras— eran negras igual que una noche sin estrellas, y su boca poseía largos colmillos con los que se lastimó la lengua al intentar tragar en seco.
Escondió su rostro entre las rodillas y percibió cómo dos alas membranosas— que emergían de su espalda— la cubrían, apartándola del mundo. Su interior era blanco con venas ligeramente más oscuras que le recordaban los diseños naturales del mármol.
—Estoy consiente que todo esto debe ser dificil de aceptar, pero ahora eres un demonio como todos lo que vivimos aquí —Un ojo dorado, escondido parcialmente por alas, pareció responder a su voz—. Aunque no eres una condenada cualquiera… perteneces a los Nocte Vespertili y por lo tanto eres mi propiedad.
—¿Caspiel? ¿Eres tú? —preguntó Luzbel ignorando por completo las palabras del ser y saliendo de su escondite alado para encararlo.
El demonio frente a ella tenía un cuerpo bien tonificado, con la musculatura justa entre atleta y gladiador. Garras negras y una piel gris, imitaban a las de ella, pero las alas que él portaba eran el doble de las suyas y completamente negras. Su largo cabello rubio cenizo estaba apartado de su rostro en una alta cola de caballo, dejando al descubierto orejas puntiagudas cubiertas por una fila de pequeños aros plateados. Y aunque todo eso pudiera ser diferente, había algo en la forma de sus ojos o la altura de sus pómulos, que le recordaba a su antiguo amigo.
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Maldición Eterna [Los Últimos Días #0]
VampiroCOMPLETA. RESUBIDA. Al ser un ángel del Señor, Luzbel sufre constantemente por la criatura malvada en la que su hermano mellizo se transformó y por cómo éste atormenta a la humanidad. Eso es hasta que se da cuenta que la única manera de acabar con e...