Capítulo 2

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      Los distintos aromas de las comidas transportadas desde la aldea por la brisa llegaban a su olfato y llenaban el aire a su alrededor haciéndole gruñir las tripas. ¿Cuánto hacía que no comía un buen estofado? ¿Cuánto hacía de que no lo cautivaba el aroma de un buen guiso? Ya no sabía. Ahora sólo se alimentaba de los animales del bosque que cazaba, teniendo que sacarle la piel y el cuero, comiendo su carne cruda para que los cazadores no lograsen detectar el fuego en el caso que los quisiera azar. A regañadientes salió de su madriguera, que bien podría caber un oso dentro y se internó entre el follaje y los árboles hasta ir acercándose a lo más profundo, por si después de haber logrado alguna presa podía prender un fuego para comer la carne de alguna manera "más sabrosa". Hace mucho tiempo que no probaba algo preparado como cualquier humano, su madre siempre le sorprendía con una explosión de sabor en cada una de sus preparaciones. Eso fue antes de la desafortunada noche en donde su madre perdió la vida y él quedó condenado para siempre, de hecho, aún tiene pesadillas con esos sucesos.

      Llegó al borde de un pequeño claro, la escasa luz del solcasi no alumbraba el lugar y poco a poco se iba sumiendo en las sombras, peroeso a él no le interesaba, puesto que al ser lo que es, su visión era grandiosa, digna de todo cazador. Agazapado en suescondrijo detrás de unos arbustos, observaba cómo un pequeño ciervo pastaba por las cercanías; sus ojos tornados de un amarillo amenazadorestaban fijos en su presa que había detectado el peligro. Podía escuchar claramente los latidos del corazón del pobreanimal, que no osaba en moverse. Si no fuera porque estaba hambriento y ya había despertado su instinto cazador, habría dejado marchar a la criatura. Cambiando de forma tras los arbustos de donde se escondía, dio un salto digno del mejor cazador y se lanzó a por el animal que salió corriendo a todo lo que podía.

      La cacería se desató. Estaba a escasos metros de su presa y sabiendo que era más rápido que un lobo normal, quiso llevarlo hasta el río para acorralarlo.

      Al poco tiempo llegaron al afluente, el ciervo no tenía escapatoria por lo que se abalanzó directo a su cuello hincándole sus colmillos completamente desarrollados, (a pesar de que no es necesario el cambio para que se desarrollen). Desgarró la carne de la criatura sin importar la piel, a esas alturas se había olvidado de su plan de azar su presa, no le importó los huesos, interiores, etc.; su hambre era mayor y con cada bocado ésta se apaciguaba. Si bien extrañaba una comida normal, se había acostumbrado a ese tipo de vida. Después de todo llevaba viviendo así desde sus 12 años. Era un monstruo, un paria desde los 12 años.

      Saciado se tumbó junto al río oculto entrematorrales. Los sonidos del bosque los notaba más apagados al sentirse algo somnoliento, la brisa llevaba consigo el aroma ahierba, refrescando el ambiente y logrando por ratos que se despertara. El susurrar del río era comouna melodía para dormir, y poco a poco fue cayendo en un profundo sueño y al estar tan relajadofue volviendo a su forma humana.


      Al despertar, ya al día siguiente, se acercó al río en donde al reflejarse en las aguas, vio cómo un joven de cabello castaño claro y revuelto, ojos verdes con tonalidades ambarinas, tez trigueña y bronceada le devolvía la mirada. Se impresionó al verse, llevaba mucho que no aprecia su reflejo y su aspecto físico. Repasó fugazmente su apariencia hasta detenerse en la incipiente barba que le oscurecía un poco la cara, le daba una apariencia desaliñada y salvaje, que, junto con su pelo y aquella mirada fiera, más reafirmaba el hecho de ser un animal salvaje.



      Tratando de alejar esos pensamientos de su cabeza, se refrescó la cara y el cuerpo con vigor, impregnándose de energía para el nuevo día. No es que tuviera mucho que hacer, pero le gustaba llenarse de todo cuanto lo rodeaba. Sentirse vivo y no olvidar quién y qué era. Se acercó a un árbol caído que estaba a orillas del río y sacó una muda de ropa escondida entre las sombras que creaban las raíces. Había dejado esa muda la vez que había salido a dar una caminata nocturna. 

Entre las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora