Onyx and Obsidian

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Aquella era su canción. Arabella de Arctic Monkeys sonaba a través de los parlantes de aquel strip club de clase alta en el que Aura trabajaba; así transcurrían sus noches, de Martes a Sábado, a las 8pm llegaba a los camerinos, se colocaba aquel diminuto conjunto que favorecía su menuda figura y después de unas horas de mesera salía al escenario convirtiéndose en su alterego 'Onyx'.

Aura salió a paso lento, contoneando sus caderas y resonando sus plataformas para atraer aún más la atención. Era la estrella de Arabella -por algo su acto principal estaba regido por aquella canción-. Llego hasta aquel tubo metálico y de espaldas al público bajo lentamente su cuerpo, saboreando el frío metal que se pegaba a su espalda, alterando sus terminaciones nerviosas.

El baile "de tubo" -como vulgarmente lo llamaba su madre Rosario- era el secreto sucio de Aura, le encantaba aquella sensualidad y poder que le proporcionaba; el Pole Dance lo practicaba desde los 18 años cuando logró independizarse de su madre al conseguir una beca para cursar periodismo impreso - de la cual se había graduado con honores y tenía un jugoso trabajo en la revista de la que su mejor amiga Sophia era heredera- así iba su doble vida: de día, era la famosa Aura Reyes, hija de dos -igual o más famosos- escritores, columnista aclamada por sus reseñas acerca de los libros más actuales con la capacidad de enamorar y atraer hasta el más renuente anti-lectura; y finalmente, por las noches, soltaba toda su sensualidad en Onyx.

Eric la observó mientras sus dedos tocaban la melodía de Arabella, aquel club -que poseía el mismo nombre- tenía la peculiaridad de poseer música en vivo para los actos de sus bailarinas. Era el guitarrista líder, y hacia segundas voces a Dimas, el vocalista. Sus ojos no se despegaron del cuerpo de su diosa, porque eso era Aura para él, -una diosa- adoraba verla en su entorno, la adoraba tanto que era incapaz de sentir algo más que satisfacción al verla adueñarse de aquel escenario, la amaba tanto que el simple hecho de verla hacer algo que amaba -fuera lo que fuera- lo atontaba y lo llenaba de felicidad.

El cuerpo de su novia se movía con sutileza pero desprendiendo sugestión, provocando que todo aquel -sin importar sexo- no pudiera dejar de observarla. Eric se sentía el hijo de puta más afortunado por tener a tan hermosa mujer a su lado, y no sólo lo hermosa, lo inteligente que era. Realmente se había sacado la lotería.

Sonrío cuando notó que Aura se le acercaba con una expresión que prometía mucha diversión privada después del show. Aura se le pego a la espalda, y conjunto a sus manos recorrió sus hombros dejándolo un tanto inestable, la multitud viroteo, aquella no era la primera vez que lo seducía a él en medio de un show. Su cuerpo desprendía una electricidad sofocante, cualquiera que los viera se excitaría con aquella escena, que a pesar de no mostrar nada explícito, deja entrever lo que pasaría con aquellas dos personas.

Eric tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no apoderarse de sus labios y cuerpo. Poco a poco Aura se alejó del cuerpo del guitarrista y volvió al centro del extravagante escenario para terminar con aquella canción que la prendía y más cuando veía a su obsidiana interpretarla con aquella magnifica habilidad.

Lo que fueron solo unos pocos minutos para Aura y Eric fueron el equivalente a horas con la tensión que se había producido entre ellos. Luego de una buena sesión de aplausos, Federico -el dueño y gran jefe- anuncio los apreciados 30 minutos de descanso.

Al retirarse a los camerinos Aura observó a sus amigos, pero buscando a solo una persona, a su obsidiana... Observo a Mina y a Gabriel sentarse en uno de los muebles y acurrucarse hasta perderse en su propio mundo. A Dimas perderse tras la puerta del baño para seguramente drogarse, esa situación le preocupaba tanto a Aura como a Eric, Dimas había dejado de ser el mismo desde el fallecimiento de Berenice -Su prometida- en un accidente de auto por culpa de un conductor ebrio. Suspiro pesadamente mientras unos fuertes brazos la rodeaban, aspiró aquel olor tan característico de su novio.

—En algún momento va a estar bien Aura, no pierdas la fe — susurro Eric a su oído, sabiendo a que se debía aquel suspiro.

—Me preocupa lo destruido que estará su organismo cuando comience a levantarse— relajó sus hombros y se volteó quedando frente, levantó la mirada y observo a dos hermosas piedras obsidianas que Eric tenía por ojos. — no sabes lo mucho que adoro tus ojos, fue lo primero que me atrapo de ti.

El aludido soltó una risa suave — ¿Solo mis ojos? Pensé que había sido mi , y citó 'Asombrosa habilidad en la guitarra' — usando su tono arrogante.

—Aparte de tu magnífica habilidad, verte tocar Arabella en la audición, fue suficiente para saber qué disfrutaría aún más bailar aquella canción.

— Debería tocarla para ti más seguido en privado ¿no crees? — dejó un casto beso en sus labios y sonrío.

— Si, deberías complacerme cada noche con aquella canción que nos unió, si te das cuenta... El club se llama Arabella, aquí nos conocimos y lo que dio comienzo a nuestra historia fue tu manera de tocar mi canción favorita que casualmente es Arabella. — Aura soltó una risa y beso las dos mejillas del muchacho.

— Hay que colocarle Arabella a nuestra hija entonces — familia... Siempre hablaban de tener un futuro juntos, tenían tanto camino que recorrer pero ambos estaban seguros de que habían encontrado a su pareja para toda la v, a su hilo rojo.

—Mmmm — fingió pensarlo unos pocos segundos Aura colocando teatralmente su pulgar y anular derecho en su barbilla — Arabella Dogre...

— O Arabella Reyes, hay que seguir el legado de tales grandes escritores — dijo Eric con un pequeño rastro de diversió.

— Rosario estaría muy feliz con aquella decisión — soltó Aura con una risa. — pero aún nos queda algo de tiempo para eso ¿no crees?.

Eric se alejó de Aura un poco con una sonrisa en su rostro.

—Si, aún hay algo de tiempo, porque primero hay que planear una boda.

No era el escenario más romántico, pero con Aura no hacía falta el entorno, solo el estar a su lado era suficiente, y espero ser él, suficiente para su Musa, su Onyx, la compañía perfecta para sus ojos obsidiana. Se arrodilló, de su bolsillo saco aquel anillo que había comprado un tanto nervioso, pero, al mirar directamente a sus ojos supo que había tomado la decisión correcta.

— Aura Reyes, no puedo darte la luna, y ya tienes mi corazón, pero, te daré cada día, por el resto de mis días, lo mejor de mi si aceptas casarte conmigo. Te metiste entre mi alma y mi mente, y daría lo que fuera por ver el atardecer y el amanecer a tu lado, de la manera en la que amo verlos cuando vas a mi lado en el auto, como el reflejo resalta tu silueta digna de una fotografía. Te amo y quiero y anhelo una vida contigo mi Musa... Entonces... ¿Aceptarías convertirte en mi esposa?.

Aura sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas de felicidad al escuchar tan hermosas palabras y al notar la pequeña referencia que había puesto en ellas de Arabella. El corazón se le iba salir del pecho y de su boca no pudo salir nada más que un "Si" lleno de tanta dicha y felicidad como nunca había sentido.

Los brazos de su amado ahora prometido, no se hicieron esperar para llegar a su encuentro. Tampoco los aplausos y felicitaciones de todos aquellos que lo presenciaron. Pero nada de eso importaba en aquel momento, ambos estaban dejando saber cuánto se amaban en ese abrazo.

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⏰ Última actualización: Dec 16, 2017 ⏰

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