*Treinta y cinco;

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— Matteo — su suave voz inundó mis oídos y acudí a mi habitación en cuanto la escuché.

Se encontraba sentada sobre la cama de matrimonio con una colcha de color azul por encima, mirándome mientras terminaba de desabrocharse sus alpargatas marrones y las dejaba en el suelo de madera.

Admiré su precioso cuerpo, por desgracia no desnudo en ese momento. Llevaba una camiseta que dejaba su ombligo a la vista de color verde y unos pantalones marrones a juego, ajustados y cortos. Justo para hacer que yo no pudiera dejar de mirarla.

Aunque, claro... ¿Acaso puedo alguna vez dejar de mirarla?

Su pelo castaño caía por sus hombros y en el se reflejaba la luz que entre por la ventana. La sonrisa de su cara iluminaba su rostro, además de que ver sus labios entreabiertos y con ese color rojo tan intenso hacía que enloqueciera. Suspiré y sonreí como un idiota cuando se levantó de la cama y besó mis labios cortamente, para luego rodear con sus dos brazos mi cuello y pegar nuestros cuerpos.

— ¿Necesitas algo? — respondí mirando los ojos verdes de Luna, relamiéndome los labios. Esos ojos, llenos de amor y de vida. Esos ojos con los que me encantaba despertarme todos los días.

— A ti — contestó ella, para después volver a besarme, con más intensidad comenzando a desabotonar los botones de mi camisa. Me encanta eso, su espontaneidad, lo traviesa que es. Me encanta todo de ella en realidad.

— Luna, cariño, no me molesta en absoluto que hagas eso, pero acabo de vestirme para... — fui interrumpido de nuevo por sus suaves labios y gruñí cuando terminó de quitarme toda la camisa, entonces, sentí como ella sonreía sobre mis labios.

— Yo creo que pueden esperarnos — y ahí, fui yo quien la interrumpió definitivamente antes de decir algo coherente más.

Entonces, desperté con la respiración agitada y sentí el cuerpo desnudo de cierta rubia mexicana a mi lado. Me incorporé de golpe y gruñí por lo que acababa de imaginar.

Me sentí un idiota. Un verdadero idiota.

Me había acostado con una chica y había soñado con otra. Mierda, tenía que sacar a Luna de mi cabeza. Olvidarla para siempre.

Y eso es lo que iba a hacer. No estaba cometiendo ningún error, como Gastón decía.

— ¿Pasa algo, Matt? — susurró Emilia, incorporándose también y acariciando mi hombro con delicadeza. Negué y cerré los ojos, dejando llevar las emociones que su toque me producían.

Tal vez no era lo mismo que Luna provocaba en mi cuando en vez de ver "Stranger Things" en su salón acariciaba mi cuello y mi torso y me besaba pero era lo suficiente como para descontrolarme de cierta manera.

Sonreí ligeramente cuando sentí sus labios sobre mi cuello. Se sentía bien, muy bien. Y sabía cómo sentirme aún mejor y olvidarme un poco más de cierta chica con una mala reputación.

— ¿Quieres una segunda ronda, preciosa? — ella asintió, a modo de respuesta, y no necesité más aprobación para hacernos pasar un muy buen y delicioso rato.

Sin ella. Sin Luna.

La ilusionista xdxd¿Qué preferís? ¿Tirarme tomates por lo que está pasando o tirarles diez Grammys a Gastón y a Manolo? :vBueno, que sad todo

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La ilusionista xdxd
¿Qué preferís? ¿Tirarme tomates por lo que está pasando o tirarles diez Grammys a Gastón y a Manolo? :v
Bueno, que sad todo. El Matteo está dispuesto a olvidarla, ahora vamos a ver qué hace la Luna... 🌚❤️

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