Aquella tarde de invierno crudo
Me encontré con una niña
En la esquina de un parque.
Su pelo lacio y sin vida, caía a su espalda.
Su cuerpecillo diminuto temblaba tanto...
Su piel tenía un color ceniciento
Y sus ojos apagados estaban perdidos
Solo Dios sabe dónde.
Esos ojos encharcados contaban la historia
No de una niña, no de inocencia,
No de juegos infantiles,
No de sueños de princesas.
Esos ojos encharcados contaban la historia
De alguien que ha visto demasiado.
De alguien que no podrá olvidar.
De alguien cuyo cuerpo está marcado
Por dolor sin anestesia y miedo sin calma.
Esos ojos encharcados contaban la historia
De una niña que ya no lo es más.
Me miró con dolor profundo.
Sus labios deletrearon: ayuda.
Una lágrima cayó.
Por un segundo vi sus cicatrices,
Y al siguiente la niña se esfumó.
Hoy en la mañana, viendo las noticias,
Vi la cara de muchas mujeres.
Me recordaron a la niña.
Sus ojos vacíos, sin vida,
Transmitían el dolor de un alma rota.
Eran libres, decía la reportera, pero no era así,
Yo lo sabía.
Sin embargo, esas eran las únicas
Cuyo cuerpo aún vivía,
Pues después salió la imagen de aquella niña.
Su pecho ya no se movía,
Y entre la sangre en su rostro, sus ojos estaban en paz.
Lo peor es que, sabía, aunque me doliera, lo sabía,
La muerte era lo único que la haría descansar,
A aquella pobre criatura de los ojos tormentosos
Cuya mirada me persigue en sueños.
Veo a la niña suplicar.
Le tiendo mi mano, pero ya es tarde.
Esos ojos no volverán a brillar.
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Pequeños silencios
PoetryUn pequeños libro con 21 poemas dedicado a todos esos que sufren y callan, especialmente a los niños.