Aceptación definitiva

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La persona se acercaba a mí. Oía pasos que venían hacia la parada.

-Márchate-sollocé.

No obtuve respuesta.

¿Quién sería?

Alcé la vista...

Giovanna...

Estaba ahí, frente a mí, con un paraguas protegiéndola de la lluvia, mirándome con expresión seria.

Me sequé las lágrimas y la dije con la voz más tosca que pude:

-¿Qué haces aquí?

-Eso te lo tendría que preguntar yo ¿no te parece?-respondió ella.

No contesté a eso. Solo crucé los brazos y miré hacia otro lado que no estuviera ella.

-Escucha ¿te llevo?-me dijo ella.

Me sorprendió su tono cariñoso, después de la última noche, que era más severa conmigo.

-Gracias, pero prefiero el autobús-respondí con tono borde.

-¿Sabes que en festivo aquí no hay autobús, verdad?

Mierda, era cierto. Ni me acordaba de que se lo dijo aquel chófer a Luis...

-Pues cogeré un taxi-respondí a aquello.

-Te van a clavar un dineral...

Recordé que en la cartera solo tenía treinta euros...

Miedo me daba si no tenía para pagar al taxista...

-Oye, no me cuesta nada acercarte al hotel-me dijo ella-De hecho, voy para allá. Hace frío, no parece que vaya a parar de llover y ten por seguro que lo último que quieres es pillar un taxi.

Miré a esa mujer.

Me jodía admitirlo, pero su oferta era la mejor, por no decir la única asequible.

Sin decirla ni una palabra, me levanté y me dirigí a su coche. Intentó cubrirme con el paraguas, pero fui a tal velocidad que no la dejé.

Me puse cómodo y me abroché el cinturón. Entonces llegó ella, que cerró el paraguas, lo dejó atrás y comenzó a conducir.

Yo miraba a la calle, esperando tener un poco de tranquilidad.

Yo miraba a la calle, esperando tener un poco de tranquilidad

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Sin embargo, Giovanna no tardó en abrir la boca.

-Bueno...¿Vas a contarme lo que ha pasado?-me preguntó.

Ni siquiera me molesté en contestar. No me moví. Solo seguí mirando por la ventana, centrándome en las gotitas de agua que empapaban el cristal.

-Creí que te ibas de fiesta con tus amiguetes-insistió ella-¿Dónde están ellos? ¿Por qué estabas solo, llorando en esa marquesina?

-No estaba llorando-mentí estúpidamente-Y deja de preguntarme. No quiero hablar sobre el tema ¿vale? Conduce y déjame tranquilo.

Arrivederci ItaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora