Ángel

Sonreír

Fue en la biblioteca.

Lo encontré en una esquina lejana rodeado de varios tomos.

—¿Qué haces cara rajada?— pregunté no conociendo otra forma de llamar su atención.

—¿Qué quieres Malfoy?— pregunto con voz vacía, ese tono que dolía en lo más profundo de mi alma.

No respondí, sólo me senté en la silla frente a él tomando uno de los viejos libros en el proceso.

—¿La revolución de los duendes? No creo que realmente te interese el tema.

Potter a esto se veía desconfiado —¿Qué haces aquí Malfoy?— preguntó bajando una de sus manos a su túnica buscando su varita.

—No lo hagas Potter no soy una amenaza, no ahora al menos.

—¿A qué te refieres Malfoy?— preguntó brusco.

—No saques la varita, no voy a hacer nada. Me salvaste la vida ¿recuerdas? Tengo una deuda contigo, no puedo a hacerte daño.

—¿Qué es lo que quieres?

—Siendo sincero— respondí ganandome una expresión de incredulidad en el moreno, bueno ya era algo diferente a la expresión vacía de hacía unos minutos — Tengo curiosidad.

—¿Sobre qué?

—¿Por qué el hombre más querido del mundo mágico esta escondido en la biblioteca rodeado de historia sobre la revolución de los duendes?

Potter se puso a la defensiva.

—¿Por qué te interesa?

—Curiosidad ya te la había dicho.
Curiosidad sobre el "Elegido" salvando a una familia de mortifagos.

—Estas loco.

—Tal vez, después de todo tengo sangre Black y dicen que la locura es hereditaria.

Y con aquel comentario el ángel después de mucho tiempo volvió a sonreír.